#Salud: ¿Comes menos en verano? Esta es la razón científica

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Llega el verano, suben las temperaturas y, casi
de forma automática, la mayoría siente menos
hambre
. Los platos calientes pierden el atractivo, y hasta
el clásico antojo por guisos contundentes se esfuma. Esta “falta de
apetito” no es simple casualidad ni solo resultado de las
vacaciones, tiene raíces científicas; el cuerpo activa varios
mecanismos que ajustan tanto la sensación de hambre como las
comidas elegidas cuando hace calor.

Regulación del apetito

El apetito no depende del capricho, ya que se regula gracias a
un elaborado sistema hormonal y fisiológico. El principal
“interruptor” del hambre es la ghrelina, conocida
también como la hormona del hambre, la cual aumenta antes de comer
y decrece después, indicando cuándo iniciar y terminar una
comida.

Junto a la ghrelina, otras hormonas como el péptido YY
(PYY)
, GLP-1 y la
colecistoquinina (CCK) mandan señales opuestas:
avisan al cerebro que ya es suficiente y generan saciedad. Estos
mensajeros trabajan en equilibrio constante, modulando el apetito
según el contexto y las necesidades.

En verano, el balance se inclina hacia menos hambre por varias
razones que van desde lo biológico hasta lo ambiental.

El papel de la temperatura corporal en la ingesta de
alimentos

Cuando sudas apenas das unos pasos o el sol pega fuerte, el
cuerpo no quiere sumar tareas “pesadas” como digerir comidas
abundantes. Esto sucede porque la digestión genera calor interno,
un fenómeno llamado termogénesis, que en días
calurosos puede ser una carga extra.

El cuerpo, de forma inteligente, reduce el deseo de comidas
copiosas para evitar acumular más calor y prefiere ensaladas
frescas a un plato de legumbres. Así, baja el hambre de manera
natural y la ingesta calórica desciende, ajustándose para no
sobrecalentar el organismo.

Foto Freepik

Hormonas clave: Ghrelina, PYY y GLP-1

Durante el verano, los niveles de ghrelina
suelen disminuir, con lo cual la sensación de hambre se reduce. A
la vez, el PYY y el GLP-1, que promueven saciedad y frenan la
ingesta, pueden aumentar tras consumir alimentos ricos en agua y
fibra, como frutas o verduras.

Estos cambios hormonales no ocurren por azar, sino que responden
al contexto ambiental y las rutinas veraniegas, manteniendo en
equilibrio el peso corporal y favoreciendo comidas más ligeras.

Factores ambientales y sociales

No solo el cuerpo decide, el entorno también influye mucho. En
verano, las horas de luz se estiran y las actividades al
aire libre aumentan
. Cambian prioridades, horarios y hasta
la percepción de lo que resulta “rico” y apetecible.

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Las comidas familiares al aire libre y el deseo de frescura
reemplazan las largas sobremesas de invierno. Muchos prefieren
opciones frescas por comodidad y facilidad, bajando de forma
natural el consumo de platos calóricos.

Aumento del consumo de frutas y verduras frescas

Las frutas y verduras se convierten en
protagonistas porque refrescan e hidratan. Además, su
volumen aporta saciedad
aunque tienen menos calorías que
los platos pesados. Su digestión es rápida y ligera, por lo tanto
generan menos sensación de pesadez.

Esto, junto con su alta disponibilidad en mercados y la
preferencia por sabores frescos en verano, contribuye a que la
dieta sea menos energética y más saludable por default.

Mujer comiendo frutas en verano
Foto Freepik

Efectos del calor en la digestión y el
metabolismo

El sistema digestivo, con menos trabajo que hacer, permite que
el cuerpo baje el ritmo y elija energías para regular la
temperatura y soportar la exposición al sol.

El cuerpo ajusta el gasto energético, usando menos energía para
mantener el calor corporal. Esa adaptación reduce las señales de
hambre y deja en segundo plano la necesidad de recargar combustible
constantemente.

Aprovechar este periodo para consumir más frutas, verduras y
comidas frescas no solo facilita el día a día, también ayuda a
cuidar la salud. Además, mantener una dieta ligera y rica en
nutrientes puede ser el mejor aliado para disfrutar del verano,
sentirte bien y llegar al otoño con energía renovada. Haz de este
ajuste natural del cuerpo una oportunidad para mejorar tus hábitos
y cuidar de ti.

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