#Salud: Estas son las enfermedades del hígado que podrían terminar en cáncer

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El cáncer de hígado, sobre todo el carcinoma hepatocelular, es
uno de los tumores más frecuentes y mortales de los órganos
internos. A menudo avanza en silencio, ligado casi siempre a un
daño hepático previo. Hoy en día, el número de casos sigue en
aumento, muy relacionado con el crecimiento de enfermedades
crónicas del hígado.
Reconocer a tiempo estas patologías
permite frenar la progresión hacia el cáncer y es la mejor
herramienta para evitar que un daño aparentemente leve se convierta
en una amenaza vital.

Enfermedades
del hígado con potencial de evolucionar a cáncer

Numerosas afecciones hepáticas abren la puerta al desarrollo de

cáncer.
El proceso suele comenzar con un daño sostenido,
evolucionando hacia inflamación, fibrosis y finalmente
cirrosis
, creando un ambiente ideal para la aparición de
células malignas. Entre las más destacadas están las infecciones
crónicas por hepatitis B y C, el consumo prolongado de alcohol, el
hígado graso no alcohólico, y las enfermedades hereditarias que
alteran la función hepática. En la mayoría de los pacientes
afectados por cáncer de hígado, existe ya una enfermedad crónica de
fondo que actuó durante años sin notarse.

Hepatitis
virales crónicas: Hepatitis B y C

La hepatitis B y C, causadas por virus que se transmiten sobre
todo por sangre y fluidos corporales, provocan una inflamación
sostenida en el hígado. El daño crónico de estos virus puede pasar
desapercibido durante años, mientras destruye poco a poco las
células hepáticas. Con el tiempo, la inflamación se vuelve
permanente y el hígado responde formando tejido cicatricial
o fibrosis.
Este entorno lento y persistente, en el que
las células intentan regenerarse pero fallan, es el caldo de
cultivo perfecto para que surjan mutaciones y, finalmente,
cáncer.

La infección crónica por hepatitis B es especialmente frecuente
en Asia, mientras que la C predomina en Europa y América. Ambos
virus explican la mayoría de los casos de carcinoma
hepatocelular en todo el mundo.
Ni los síntomas ni el daño
aparecen rápido, lo que complica el diagnóstico temprano.

Cirrosis hepática
de diversos orígenes

La cirrosis es el resultado del reemplazo de tejido hepático
sano por fibrosis, que no cumple su función normal. Esta
cicatrización interfiere en el metabolismo, la depuración
de toxinas y la regeneración celular.
Casi siempre llega
después de años de agresión, causada por alcohol, hepatitis
crónica, enfermedades metabólicas o autoinmunes.

La aparición de cáncer sobre hígados cirróticos es tan común que
cerca del 80% de los pacientes con carcinoma hepatocelular tienen
antecedentes de cirrosis. Cuanto más avanzado esté el daño, mayor
es la probabilidad de que surjan células tumorales.

Foto Freepik

Enfermedad
hepática por consumo excesivo de alcohol

El alcohol, consumido en exceso y durante largos periodos,
desgasta y agota la capacidad regeneradora del hígado. Cada copa,
cuando hay abuso constante, contribuye a la destrucción de
hepatocitos y a la acumulación de tejido
cicatricial.
España es ejemplo claro: el alcohol, solo o
combinado con otras patologías, está presente en más de la mitad de
los casos de cáncer hepático diagnosticados.

No existe un umbral seguro universal, pero cuanto mayor sea la
cantidad y el tiempo de consumo, más probable es que el
daño pase de una simple inflamación a cirrosis
, y de ahí
al cáncer. Además, la sensibilidad individual varía mucho,
dependiendo de factores genéticos y ambientales.

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Hígado graso
no alcohólico y esteatohepatitis

El hígado graso no alcohólico, conocido también como esteatosis
hepática metabólica, se relaciona estrechamente con el
sobrepeso, la obesidad, la diabetes tipo 2 y el síndrome
metabólico.
Se trata de la acumulación anormal de grasa
dentro de las células hepáticas, que en etapas tempranas puede
pasar sin síntomas ni consecuencias visibles.

Cuando la inflamación se instaura, hablamos de esteatohepatitis,
un estadio más avanzado que acelera la muerte celular y la
formación de fibrosis.
Sin tratamiento, el proceso puede
avanzar hacia cirrosis y cáncer. Esta enfermedad, cada vez más
común por el aumento global de la obesidad, se ha convertido en la
causa silenciosa más frecuente de daño hepático crónico. Muchos no
se enteran hasta que ya existen complicaciones graves.

Otros
factores y enfermedades asociadas al cáncer hepático

Existen enfermedades menos comunes, pero que también incrementan
el riesgo de cáncer hepático. La hemocromatosis, un desorden
hereditario que provoca la acumulación excesiva de hierro
en el hígado
, puede llevar a cirrosis y tumores si no se
trata. La enfermedad de Wilson, caracterizada por el exceso de
cobre, actúa de manera parecida y demanda controles de por
vida.

La exposición a toxinas ambientales, como las aflatoxinas
producidas por mohos en alimentos mal conservados (particularmente
en climas cálidos y húmedos), puede alterar el ADN hepático y
potenciar la aparición de
cáncer
. El uso prolongado de ciertos fármacos, como esteroides
anabólicos, también aumenta el riesgo.

El tabaquismo y la presencia de enfermedades autoinmunes que
atacan el hígado, aunque menos frecuentes, suman
posibilidades de degeneración maligna cuando se combinan
con otros factores.
Los expertos destacan la importancia
de mantener el menor número posible de agresiones simultáneas sobre
el hígado, ya que este órgano suele aguantar mucho antes de
manifestar síntomas claros.

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