#Salud: se pierden 20 kg en dos semanas

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La llamada dieta de las princesas Disney ha
invadido TikTok, captando la atención de miles de adolescentes. Con
promesas rápidas, esta tendencia se viraliza presentando un modo
supuestamente “mágico” de perder hasta 20 kilos en solo dos
semanas. Su éxito en redes reside en su atractivo visual, la
conexión aspiracional con los personajes y el factor reto. Sin
embargo, este fenómeno preocupa profundamente a los expertos en
nutrición y salud mental, que advierten sobre los graves riesgos
físicos y emocionales para los jóvenes que caen en este tipo de
retos populares.


Elementos y funcionamiento de la ‘dieta de las princesas
Disney’

Esta dieta
se basa en la idea de “comer como una princesa” cada día, asociando
personajes famosos con menús extremadamente restringidos. Por
ejemplo, un día inspirado en Blancanieves consiste en consumir solo
manzanas. Otro, en honor a Rapunzel, sugiere
únicamente agua, caldos o líquidos. Algunos menús se limitan a
papaya, té o incluso días de ayuno total. Muchos adolescentes
asumen que siguiendo los hábitos alimenticios ficticios de estas
princesas lograrán transformaciones rápidas y llamativas.

La restricción calórica de la dieta es extrema,
rondando entre 300 y 600 calorías al día, muy lejos de las
necesidades reales de un adolescente activo. La “variedad” de los
menús da una falsa sensación de control y pertenencia, alimentada
por la estética cuidada y los mensajes aspiracionales que circulan
en videos virales. No existe ningún apoyo científico para la
asociación entre la alimentación de estos personajes y una fórmula
saludable de adelgazamiento.

La ausencia de nutrientes esenciales es
constante: faltan proteínas, grasas buenas, vitaminas y minerales.
Esta carencia impacta de forma inmediata y directa en el
funcionamiento físico y mental, afectando especialmente a jóvenes
en etapa de crecimiento y desarrollo.

Características
extremas y ausencia de base científica

Un rasgo preocupante es la absoluta falta de fundamento
nutricional
. La dieta carece de evidencia científica, ya
que los alimentos seleccionados no cubren ni de lejos los
requerimientos básicos para el buen funcionamiento del organismo.
Se promueven conductas como el ayuno prolongado, la ingesta
exclusiva de líquidos o la elección de solo uno o dos alimentos
durante 24 horas.

Estos hábitos preparan un terreno fértil para la desnutrición,
la pérdida acelerada de músculo y la disfunción de órganos vitales.
Además, al prescindir de micronutrientes como hierro, calcio y
vitamina D, el sistema neurológico, óseo y el metabolismo pueden
verse gravemente afectados. Todo está sostenido por la repetición
de ideas falsas y la imitación estética, más que
por criterios médicos.

Promociones
en redes sociales y peligro de viralización

El fenómeno nace y crece en plataformas digitales, donde los
algoritmos de TikTok amplifican este tipo de retos
de moda. La estética colorida, el formato de video corto y la
narrativa “transformadora” hacen que la dieta se propague de manera
explosiva. Los adolescentes, ya de por sí expuestos a presiones
sobre la imagen corporal, encuentran en el reto una vía rápida para
ajustarse a ideales poco realistas.

El problema se agrava por la facilidad para acceder a estos
contenidos sin filtro ni advertencia, sumado a la influencia
aspiracional que las princesas Disney ejercen desde la infancia. El
impulso de pertenecer y recibir validación en internet suele pesar
más que las advertencias de adultos o profesionales.

Foto Freepik

Consecuencias
físicas, psicológicas y sociales de la dieta

Las primeras señales de alerta surgen muy pronto. El cuerpo,
privado de energía y nutrientes esenciales,
responde con mareos, debilidad, fatiga extrema, dificultad para
concentrarse e irritabilidad. Se han reportado también cambios
bruscos de humor, caída de cabello y una piel con aspecto apagado,
síntomas visibles de un organismo en estado de alarma.

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Siguen alteraciones gastrointestinales variadas, como
estreñimiento, gases y distensión abdominal. El músculo se ve
comprometido, con pérdida acelerada de masa y una ralentización
peligrosa del metabolismo basal. Estos efectos
ponen en riesgo no solo el presente, sino también el futuro del
crecimiento y desarrollo del adolescente.

En etapas críticas como la adolescencia, la baja ingesta de
calorías y micronutrientes puede alterar el funcionamiento
hormonal y el desarrollo sexual
, con situaciones de
amenorrea (pérdida del ciclo menstrual), retraso de la pubertad y
ralentización del crecimiento. Además, aparecen déficits en el
desarrollo neurológico, óseo e inmunológico. El rendimiento en la
escuela cae y aumentan problemas de aprendizaje y
concentración.

El riesgo de depresión, aislamiento social y baja
autoestima
se incrementa al experimentar cambios negativos
en el cuerpo y el ánimo. El círculo vicioso de buscar resultados
rápidos y no conseguirlos genera frustración y sensación de
fracaso, minando la confianza personal.

Riesgos
a corto y largo plazo en adolescentes y jóvenes

En jóvenes y adolescentes, el abuso de dietas restrictivas
impacta de forma mucho más grave. El cuerpo puede detener el
crecimiento, aparecer pubertad retardada y trastornos menstruales.
Muy pronto, la falta de nutrientes esenciales causa problemas en la
concentración, limitando la memoria y la capacidad de aprendizaje.
El metabolismo se adapta a la escasez ralentizándose, dificultando
la pérdida de peso futura y elevando el riesgo de
alteraciones metabólicas.

La estructura ósea se ve comprometida, aumentando la exposición
a fracturas y problemas articulares. El sistema inmunológico se
debilita, facilitando infecciones y retrasando la recuperación tras
cualquier enfermedad. Estos daños físicos se traducen en
dificultades escolares y una calidad de vida muy limitada.

Trastornos
de la conducta alimentaria y afectación emocional

La estrecha relación entre estas tendencias y los
trastornos de la conducta alimentaria es
directamente señalada por nutricionistas y psicólogos. La réplica
de menús pobres, ayunos y restricciones extremas no solo perpetúa
baja autoestima, sino que fomenta la obsesión con el peso y la
figura corporal.

Los adolescentes que intentan cumplir estos desafíos pueden caer
en un círculo de autocrítica, ansiedad y aislamiento. Muchas veces
se aíslan socialmente, evitando comidas con la familia o amigos por
temor a la crítica o a “romper la dieta”.
Aumenta el riesgo de sufrir depresión, sensación de abandono y
pérdida de interés en actividades antes placenteras.

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