Con muestras de dolor y clamores por justicia, familiares, amigos y compañeros de servicio despidieron este lunes a la capitana del Ejército Alba María Altagracia Montero Rojas, quien figura como la víctima número 234 vinculada al colapso ocurrido en la discoteca Jet Set. El sepelio se realizó en el cementerio municipal de Villa Tapia, en la provincia Hermanas Mirabal, en horas de la tarde.


Las escenas durante el velatorio fueron profundamente conmovedoras. Los padres, compañeros de armas y seres queridos de la oficial la recordaban con palabras emotivas, entre abrazos y lágrimas, destacando los momentos felices que compartieron con ella. Esos recuerdos quedaron marcados por la tragedia que afectó a decenas de familias dominicanas.

Alba Montero Rojas, de 39 años, contaba con más de quince años de servicio en las Fuerzas Armadas. Era madre, esposa, hija y soldado. Quienes la conocieron en su trayectoria dentro del Ejército la describen como una mujer comprometida, leal y con gran energía para desempeñar sus funciones. Su carrera incluyó un hecho relevante: fue la primera mujer del Ejército en asumir la dirección de un recinto penitenciario, posición que ocupó a los 29 años cuando tenía el rango de primer teniente.

Durante el acto fúnebre, sus padres, visiblemente afectados, alzaron la voz con palabras de dolor y exigieron que se haga justicia. Expresaron que esperan que este caso no quede sin respuesta ni quede enterrado junto a los escombros del establecimiento donde ocurrió el colapso. Subrayaron además que Alba es la sexta persona de una misma familia que pierde la vida a raíz de este suceso.

La capitana asistió al evento en la discoteca junto a varios parientes: su esposo, el capitán Randy Montero Rodríguez Cepeda; su suegra, Zeneida Altagracia Cepeda Hernández; su cuñado, Aneury Alexander Viñas Rodríguez; la tía de su esposo, Licelot Elizabeth Cepeda Hernández; y la hija de esta última, Génesis Lisbeth León Cepeda. Todos ellos dejaron de vivir a consecuencia del mismo hecho.
Alba María deja en la orfandad a tres hijas. Las niñas quedarán bajo el cuidado de sus abuelos maternos, quienes ahora asumen la responsabilidad de criarlas y brindarles protección. La comunidad y compañeros del Ejército se unieron en esta despedida, expresando respeto por la vida y el legado de la oficial.


