El tiempo parece haberse detenido para Carolina y Frank, padres del pequeño Roldany Calderón, quien continúa desaparecido desde hace días en esta zona montañosa de La Vega, mientras la incertidumbre y la fe libran una lucha diaria en su corazón.
La desesperación no ha dado tregua, y cada noche se convierte en un ejercicio de resistencia emocional para una familia que no se rinde. “Dormimos pensando en qué pudo haber pasado”, dice el padre con voz quebrada, dejando ver que el dolor se ha vuelto parte de su rutina.
“Hay personas que hablan sin saber y eso duele, pero lo dejamos todo en manos de Dios”, agrega, sin resentimiento, solo con el peso de la angustia. Carolina, su madre, apenas puede contener las lágrimas mientras relata que no tienen ninguna pista concreta y que cada día sin noticias aumenta el sufrimiento.
Aun así, insiste en que no han perdido la esperanza. “No encontramos qué hacer, pero seguimos firmes, esperando que aparezca”, dice con voz temblorosa pero decidida.
Durante este tiempo, han recibido llamadas de números extraños, pero ninguna ha aportado datos sobre el paradero del niño.
“Solo hacen preguntas sin decir nada claro. Esas llamadas se remiten a la fiscalía”, explicaron, dejando claro que están atentos a cada mínima posibilidad, por absurda que parezca.
La comunidad de Manabao también sufre. Vecinos, voluntarios y allegados se han unido en una muestra de solidaridad inquebrantable, ofreciendo apoyo emocional y participando activamente en la búsqueda. Las autoridades mantienen el proceso abierto, pero los resultados aún son esquivos.
La historia de Roldany no será olvidada ni sustituida por otro caso viral. Su rostro sigue vivo en la conciencia de un pueblo que no descansará hasta dar con él.
“La esperanza no se pierde”, repiten sus padres una y otra vez, como un mantra que sostiene la fe de quienes siguen esperando el milagro de su regreso.
A partir de este momento, se refuerzan los operativos de búsqueda y se renuevan los llamados a la población a compartir cualquier dato útil.
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