Parece una escena sacada directamente de una película de robos de Hollywood… solo que, en este caso, el arte imitó demasiado bien a la vida real. En mayo de 2004, la Fórmula 1 desembarcó en el Principado de Mónaco para su habitual despliegue de velocidad, lujo y ostentación, pero hubo un objeto que brilló por encima de todo: un diamante de 300.000 dólares colocado en el morro del coche de Jaguar. ¿Qué podía salir mal?
La enorme piedra —que desapareció durante el gran premio— formaba parte de una extravagante campaña publicitaria que derivó en uno de los misterios sin resolver más surrealistas de la historia del deporte. En aquel momento, Jaguar Racing —entonces propiedad de Ford— tenía un bajo rendimiento y se aferraba desesperadamente a cualquier cosa que le diera visibilidad.

Con el estreno inminente de Ocean’s Twelve, protagonizada por George Clooney, un grupo de ejecutivos de marketing de Jaguar y de la productora Warner Brothers idearon un plan. Decidieron aprovechar la temática del robo de joyas de la película (aunque el film giraba en torno al robo de un huevo Fabergé) colocando dos enormes diamantes —sin asegurar— en el frontal de los monoplazas de Jaguar.
Promocionando la película Ocean’s Twelve con el equipo Jaguar: George Clooney, Christian Klien, Brad Pitt y Mark Webber
Contaron con la colaboración del comerciante de diamantes Steinmetz, que proporcionó dos diamantes blancos de 1,4 quilates para los coches de Mark Webber y el debutante Christian Klien, valorados en unos 300.000 dólares cada uno, más de 250.000 euros. Ajustado a la inflación, eso equivale a más de un millón de dólares actuales en joyas. Incluso Clooney, Brad Pitt y Matt Damon estuvieron presentes para promocionar la acción. Pero había un pequeño problema: parece que nadie pensó qué pasaría si uno de los coches chocaba.
El GP de Mónaco 2004 era apenas la sexta carrera en F1 para Klien. Un diamante sin asegurar colocado en una de las partes más frágiles del coche, pilotado por un novato en uno de los circuito urbanos más traicioneros del calendario… ¡parece una historia inventada!
En la primera vuelta, Klien chocó contra el muro en la horquilla de Loews y dañó ligeramente la parte delantera de su coche. Salió ileso y se retiró de la carrera, pero el diamante desapareció para siempre. El portavoz del equipo, Nav Sidhu —quien estuvo muy implicado en el patrocinio con Ocean’s Twelve— reconoció después: “En ese momento, probablemente debería haberme preocupado por el coche o por el piloto. Pero tengo que admitir que mi primer pensamiento fue: ‘¿Dónde está el diamante?’”.
Sin embargo, no había rastro de la preciada joya cuando el coche volvió al garaje dos horas después de la carrera, y los rumores empezaron a circular. Sin imágenes del accidente, comenzaron a surgir todo tipo de teorías. Algunos pensaban que el diamante se había quedado incrustado en el muro, o que fue arrastrado con otros restos y terminó en el mar a través de una alcantarilla.
Christian Klien, Jaguar R5
Otros sugerían que el diamante salió despedido antes del impacto (al fin y al cabo, se decía que estaba pegado con simple adhesivo) y que un espectador o un comisario avispado lo recogió. Incluso hubo quien insinuó que el verdadero diamante nunca estuvo en el coche y que Jaguar lo sustituyó en el último momento por una réplica, aunque Sidhu negó rotundamente esa teoría.
A fin de cuentas, todo salió bien para Jaguar: lograron lo que querían con la campaña —publicidad—. La historia dio la vuelta al mundo durante semanas, y aunque 2004 fue su último año en la F1, el equipo fue adquirido por RRed Bull, que acabaría convirtiéndose en uno de los más exitosos del deporte.
Más de dos décadas después, la insensatez del “robo del diamante” sigue fascinando a los fans de la F1. Es casi increíble que un grupo de ejecutivos aprobara poner una joya de seis cifras en el morro de un coche que corre por las estrechísimas calles de Mónaco. Si un espectador se llevó la joya, posee una pieza brillante de la historia de la Fórmula 1… en uno de los abandonos más caros de todos los tiempos.
En este artículo
Emily Selleck
Fórmula 1
Cultura
Jaguar Racing
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