La natación es una de las actividades más suaves y completas
para las personas que están padeciendo de algún problema
relacionado con la salud cardiaca. Sin embargo, no es igual para
todos, y es de suma importancia realizar algunos ajustes en
aspectos para marcar la diferencia entre disfrutar de este deporte
o enfrentarse a riesgos innecesarios que pueden llevar a
problemas médicos adicionales.

¿Por
qué la natación es beneficiosa para el corazón?
La natación se considera un ejercicio aeróbico, ideal para
fortalecer el sistema
cardiovascular. Al ser un ejercicio de bajo impacto, reduce la
presión en las articulaciones y mantienen la totalidad del cuerpo
en constante movimiento. Esto promueve la circulación sin
forzar excesivamente el comportamiento del corazón.
Además, el agua ayuda a mitigar la sensación de esfuerzo,
permitiendo que las personas con afecciones cardíacas se ejerciten
cómodamente y sin preocupaciones.
Sin embargo, es esencial tener en cuenta las recomendaciones de
los cardiólogos, especialmente si ya se tiene un diagnóstico que
afecta al ritmo cardíaco, las arterias o la fuerza del
corazón.
Consultar antes de
empezar
Lo primero que deben hacer las personas con
enfermedades cardíacas antes de comenzar con la natación es
consultar a un médico. Un chequeo médico completo
puede confirmar si el ejercicio es seguro y si hay aspectos
específicos a considerar. El especialista también puede recomendar
pruebas como un electrocardiograma o una prueba de
esfuerzo para evaluar cómo responde el corazón a
diferentes cantidades de esfuerzo.
Calentamiento y ritmo
adecuado
Nadie debería saltar directamente al agua sin un
calentamiento previo, y esto es aún más crucial
para quienes tienen afecciones cardíacas. El calentamiento ayuda a
preparar el corazón y los músculos, evitando sobresaltos en
el sistema cardiovascular.
Pueden empezar con ejercicios suaves fuera de la piscina, como
movimientos de brazos y piernas. Una vez en el
agua, nadar lentamente los primeros minutos permitirá que el ritmo
cardíaco se adapte poco a poco. Mantener un ritmo constante y
evitar esfuerzos bruscos es clave. Pulseras deportivas o relojes
inteligentes con monitoreo de frecuencia cardíaca pueden
ayudar a mantener la intensidad bajo control.
Escuchar al cuerpo
Uno de los consejos más importantes es prestar atención a las
señales corporales. El mareo, la dificultad para respirar o el
dolor en el pecho son señales claras de que deben parar de
inmediato. Si estas señales aparecen con frecuencia, es imperativo
informar al médico, ya que podría ser necesario ajustar el
nivel de actividad o reconsiderar esta práctica.

Elegir el lugar
adecuado
La elección del sitio donde nadar también importa. Piscinas
públicas con temperaturas moderadas suelen ser la mejor opción. El
frío excesivo puede tensar los vasos sanguíneos y aumentar
el trabajo del corazón, mientras que una temperatura
demasiado alta puede provocar
sobrecalentamiento.
Por otra parte, nadar en aguas abiertas, como lagos o mares,
aumenta los riesgos debido a las corrientes impredecibles y la
posibilidad de cambios bruscos de temperatura. Siempre es
preferible acompañarse de un amigo o familiar en estos
casos con el fin de reducir la probabilidad de
imprevistos.
Rutinas adaptadas según
cada caso
No todas las afecciones cardíacas son iguales, por lo que las
rutinas deben ajustarse para satisfacer necesidades individuales.
Por ejemplo, alguien que se está recuperando de una cirugía
cardíaca debería limitar la duración y la
intensidad. En cambio, quienes tienen
presión arterial controlada pueden optar por sesiones
ligeramente más largas, aumentando el ritmo gradualmente. Usar
flotadores o tablas permite diversificar las rutinas sin
comprometer la seguridad.
La importancia de la
hidratación
Aunque no lo parezca, hidratarse durante la natación sigue
siendo fundamental. El agua puede enmascarar la sensación de
sudoración, pero el cuerpo pierde líquidos en el proceso.
Una leve deshidratación puede aumentar la presión
arterial o el esfuerzo del corazón, por lo tanto, se recomienda
siempre tener cerca una botella de agua para mantenerse hidratado
antes, durante y después de nadar.
La natación es una actividad física con una gran variedad de
beneficios y propiedades para nuestro cuerpo, al ser tan excelente
y accesible debemos contar con las precauciones necesarias para su
práctica, ya que esto puede beneficiar enormemente a quienes tienen
problemas cardíacos. Mantenerse activo no solo fortalece el
corazón, sino que también mejora la calidad de vida, y
la natación, si se realiza con cuidado, puede ser una
herramienta poderosa para lograrlo.


