#Salud: ¿Por qué algunas personas pueden dormir entre 4 y 6 horas por noche sin sentirse agotadas?

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Para la mayoría, dormir tan poco parece una fórmula segura para
el cansancio, la pérdida de concentración y el mal humor. Sin
embargo, hay quienes despiertan después de solo unas horas y se
sienten con energía, como si hubieran dormido una noche completa.
Este fenómeno no se debe a fuerza de voluntad ni a hábitos
extraordinarios, sino a diferencias biológicas. Estudios muestran
que su cerebro entra más rápido en las fases de sueño profundo y
restaura funciones esenciales en menos tiempo.

No sufren el mismo desgaste mental ni emocional, lo que les
permite rendir bien durante el día. Aunque algunos dudan que sea
posible
dormir
tan poco sin consecuencias, la ciencia confirma que para
una pequeña parte de la población, es real y seguro, siempre y
cuando tengan la genética que los respalde.

Factores
genéticos y eficiencia del sueño

Algunos individuos nacen con una predisposición genética que les
permite dormir menos sin que su salud se vea comprometida.
Investigaciones recientes han identificado variantes en genes como
DEC2, ADRB1 y
SIK3. Estas mutaciones afectan la estructura o el
funcionamiento de proteínas clave que regulan el ciclo
sueño-vigilia. Lo que para la mayoría implica cansancio crónico,
para quienes tienen estas variantes se traduce en una mayor
eficiencia del sueño y una recuperación más rápida.

Mutaciones
genéticas relacionadas con el sueño corto permanente

Las mutaciones en genes como DEC2 y
ADRB1 modifican moléculas involucradas
directamente en la regulación del tiempo de sueño. Por ejemplo, una
mutación en el gen DEC2 acorta de forma natural la
necesidad de dormir. Otros casos, como variantes en
ADRB1, han sido asociados a una mayor activación
cerebral durante la noche, lo que favorece transiciones más rápidas
hacia fases del sueño profundo. Esto significa que el cuerpo
aprovecha mejor cada minuto en la cama, logrando una restauración
que a otros les tomaría mucho más tiempo.

Eficiencia del
sueño y procesos cerebrales

El secreto reside en la forma en que el cerebro de estas
personas gestiona el tiempo de descanso. Las mutaciones genéticas
mencionadas permiten que las fases reparadoras del
sueño
, especialmente el sueño profundo y el REM, sean más
cortas pero igual de efectivas. Así, el cerebro y el
cuerpo
completan los procesos de limpieza y reparación en
menos tiempo. Los estudios han demostrado que quienes poseen estas
variantes logran evitar la acumulación de toxinas mientras
mantienen la memoria, la atención y el estado de ánimo en niveles
óptimos.

Foto Freepik

Posibles
beneficios y riesgos a largo plazo

Entre los beneficios observados, destaca la menor acumulación de
proteínas asociadas a enfermedades
neurodegenerativas
, como el Alzheimer.
Sin embargo, la evidencia también deja claro que este patrón de
sueño corto es seguro solo para una minoría con la predisposición
genética adecuada. Para el resto, intentar mantener este ritmo
puede aumentar el riesgo de problemas metabólicos, disminución de
la inmunidad y alteraciones emocionales. Es una excepción, no la
norma.

Te podría interesar:

Calidad del
sueño, hormonas y hábitos de vida

La genética no lo es todo. La regulación del ciclo sueño-vigilia
y los hábitos diarios tienen un impacto profundo tanto en quienes
duermen poco como en quienes siguen patrones
convencionales.
Factores hormonales y de ambiente pueden
marcar la diferencia entre un descanso reparador y uno
insuficiente.

Hormonas y
regulación del ciclo vigilia-sueño

La orexina es una hormona esencial para
promover la vigilia y mantenernos despiertos. Algunas personas con
mutaciones asociadas al sueño corto tienen una función elevada de
orexina, lo que mejora la transición entre sueño y
vigilia
y ayuda a mantener la alerta sin importar las
pocas horas dormidas. Otras moléculas también participan, ajustando
la presión del sueño según el nivel de cansancio y la necesidad
real del cuerpo.

Importancia
de los hábitos y calidad del descanso


Dormir
en un entorno oscuro, evitar pantallas y mantener una
rutina estable son reglas que favorecen el descanso eficiente. El
consumo de cafeína, alcohol o el estrés alteran los patrones
naturales y pueden hacer que incluso los “dormidores
cortos”
se sientan cansados. La higiene del sueño no solo
permite lograr mejor calidad en menos tiempo, sino que reduce los
riesgos asociados a la privación crónica, como irritabilidad o
déficits cognitivos.

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