Las uñas reflejan mucho más que el simple cuidado estético de
las manos. Su estado a menudo actúa como una ventana hacia la salud
general. Observarlas con atención puede alertar sobre
deficiencias nutricionales, infecciones y hasta
desequilibrios en órganos vitales. Aprender a identificar
las señales de unas uñas sanas ayuda a tomar conciencia y actuar
rápidamente ante cambios preocupantes.

Características de unas
uñas sanas
Unas uñas
saludables muestran uniformidad en su estructura y apariencia.
El lecho ungueal suele verse de color rosado claro y homogéneo, con
un brillo natural que delata buena circulación y oxigenación. La
lámina de la uña se mantiene lisa, sin ranuras profundas ni
manchas. La lúnula, esa media luna blanquecina que
suele observarse cerca del nacimiento, y la unión firme entre la
uña y la piel forman parte de la apariencia habitual de unas uñas
en buen estado.
Color y brillo
uniforme
El color rosado y uniforme surge de la rica red de vasos
sanguíneos bajo el lecho ungueal. Unas uñas que muestran este tono,
junto con un brillo natural y ligero, indican que el
oxígeno llega bien a los extremos de los dedos. Cuando el
color se torna amarillento, azulado o aparecen manchas, puede
deberse a infecciones, mala circulación o incluso problemas en
órganos internos. La diferencia entre la variación normal y un
cambio problemático se percibe cuando la alteración es persistente
o afecta varias uñas a la vez.
Textura lisa y firmeza
La firmeza y la textura homogénea comunican salud. Las uñas
sanas se sienten lisas al tacto, sin hundimientos ni surcos
marcados. La ausencia de fracturas, desmenuzamientos o separación
del lecho ungueal refuerza la ausencia de daños o enfermedades
subyacentes. Ni excesivamente delgadas ni demasiado gruesas,
mantienen una flexibilidad moderada, lo que evita que se
rompan con pequeñas presiones.
Presencia y forma de la
lúnula
La lúnula, esa media luna pálida en la base de la uña, tiene un
papel importante en el crecimiento. Su tamaño puede variar entre
personas sin que esto signifique falta de salud. Si no se observa
claramente, no suele ser señal de alarma, salvo que desaparezca
de repente o aparezcan alteraciones visibles en la
estructura de la uña justo en esa zona.
Señales
de alarma y problemas comunes en las uñas
Cuando las uñas cambian su forma, color, grosor o textura,
pueden estar revelando alteraciones internas o enfermedades
sistémicas. Estos cambios han sido reconocidos durante décadas por
médicos como pistas clínicas valiosas. Consultar a un especialista
se vuelve esencial ante transformaciones notorias o
persistentes.

Cambios en el color: manchas, tonos inusuales y lo que
pueden significar
Las manchas blancas pequeñas suelen ser consecuencia de pequeños
traumatismos o deficiencia leve de calcio o zinc. Si la coloración
blanca se extiende sobre varias uñas o persiste, puede asociarse
con problemas hepáticos o renales. Las uñas
amarillas casi siempre se relacionan con infecciones fúngicas, pero
también pueden deberse al consumo elevado de esmaltes, enfermedades
pulmonares o
diabetes. Un tono azulado delata baja oxigenación en la sangre,
mientras que tonalidades verdosas aparecen por infecciones
bacterianas. Las líneas oscuras, casi negras, merecen atención
médica inmediata, pues en raras ocasiones se ligan a lesiones
cancerosas.
Cambios
en la forma o grosor: señales visibles de enfermedad
Las alteraciones en la estructura, como las uñas en forma
de cuchara, suelen indicar anemia ferropénica o deficiencia de
hierro. La acropaquia, donde las puntas de los dedos y la uña se
ensanchan y curvan, frecuentemente es síntoma de
enfermedades pulmonares o cardíacas. El
engrosamiento excesivo puede deberse a infecciones fúngicas o
problemas circulatorios, mientras que las fracturas reiteradas
habitualmente apuntan a carencias nutricionales o alteraciones
hormonales.
Textura y
superficie: surcos, estrías y fragilidad
Surcos transversales pronunciados, conocidos como líneas de
Beau, aparecen tras episodios de enfermedad grave, cirugías o
estrés físico importante. Las estrías longitudinales son comunes
con la edad, pero si se presentan en exceso o de forma irregular,
pueden indicar deficiencias de minerales o enfermedades
metabólicas. La fragilidad exagerada se asocia a déficit de
biotina, vitamina D, o problemas de tiroides. El despegue
de la uña respecto al lecho ungueal (onicólisis) puede tener su
origen en traumatismos leves, infecciones o psoriasis.


