#Salud: Congelar estos alimentos es un grave error

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El congelador se ha convertido en un aliado fundamental en la
cocina moderna. Su facilidad para conservar alimentos parece
solucionar cualquier problema de desperdicio. Sin embargo, no todo
se puede lanzar dentro del congelador con la misma confianza. El
mal uso de este recurso puede comprometer la
textura, el sabor, la
calidad nutricional e incluso la seguridad
sanitaria
de ciertos alimentos. Identificar qué productos
nunca deben congelarse, y por qué, puede hacer la diferencia entre
disfrutar una comida sabrosa o arruinar alimentos valiosos sin
remedio.

Alimentos
que pierden calidad y seguridad al ser congelados

Congelar tiene
sus reglas. Hay productos que, por su composición natural, no
soportan temperaturas extremas. El resultado suele ser
decepcionante y muchas veces incómodo para el paladar y la
salud.

Frutas y verduras
frescas

Las frutas y verduras con alto contenido de agua sufren las
peores consecuencias del frío extremo. Cuando se congelan, el agua
interna se transforma en cristales grandes que rompen las
estructuras celulares del alimento. Al descongelarse, lo único que
queda es una textura flácida,
viscosa y profundamente poco apetecible.

Las fresas, la sandía, el
melón y los cítricos pierden todo
su atractivo. Los tomates,
pepinos, lechugas y zanahorias
ralladas terminan deshechos y con un sabor distante a su estado
fresco. Tampoco se salvan las verduras de hoja como la espinaca,
que al descongelarse se parecen más a un puré insípido. Este tipo
de alimentos solo mantienen sus virtudes cuando se consumen frescos
y en su estación.

Productos lácteos
y salsas emulsionadas

Los lácteos frescos como el yogur, la
leche y los quesos blandos se
separan y pierden su textura al congelarse. Cuando se descongelan,
el resultado es una masa granulosa, con sabor
atenuado y poco uniforme. Los quesos duros aguantan mejor, pero el
queso crema o el ricotta se vuelven incomibles. Por más anti
desperdicio que suene, congelar estos alimentos solo genera
desilusión al recuperarlos del congelador.

Las salsas a base de leche o huevo, como la
mayonesa, la nata líquida, la
crema pastelera y la crème
anglaise
, simplemente no sobreviven al frío. Se “cortan”,
pierden su emulsión y su aspecto apetecible. El aceite se separa
del agua y la mezcla se vuelve aceitosa y
rígida. Ni la consistencia ni el sabor original
pueden salvarse.

Huevos frescos en su
cáscara

Congelar huevos crudos en su cáscara es un
error común y peligroso. El agua interna aumenta de volumen y la
cáscara se quiebra, dejando el huevo expuesto a bacterias. También
cambia su textura al descongelarlo, haciendo imposible disfrutarlo
como se espera. En el caso de los huevos cocidos, la situación
tampoco mejora: la clara se transforma en una masa
gomosa e incomible.

Los blancos de huevo sí pueden congelarse por separado, pero las
yemas requieren ciertas técnicas (agregar un poco de sal o azúcar)
para evitar que se endurezcan tras la descongelación. Nunca intente
conservar huevos duros ni huevos enteros en su cáscara en el
congelador.

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Foto Freepik

Riesgos
y consecuencias de congelar alimentos inadecuados

El congelador no es un escudo mágico contra el deterioro. Al
contrario, puede empeorar el estado de muchos alimentos. El
desconocimiento puede provocar problemas que afectan desde la
presentación de un plato hasta la salud de quienes lo consumen.

Daño en textura,
sabor y valor nutricional

El mayor perjuicio es la pérdida total de la textura
firme
y el sabor auténtico. Las frutas y
verduras se vuelven blandas; las salsas y
lácteos se cortan, separan y pierden atractivo.
Muchas veces, los nutrientes solubles en el agua se diluyen, y los
antioxidantes
o vitaminas sensibles al frío desaparecen.

Congelar pan, por ejemplo, elimina su frescura
y hace que absorba
olores
de otros alimentos en el congelador, perdiendo su sabor
original. Usar lo congelado solo para preparaciones donde la
textura no importa demasiado (purés, batidos, quiches) puede ser
una salida, pero nunca igual que consumirlo fresco.

Riesgo
de proliferación bacteriana y contaminación

El mayor riesgo oculto viene cuando se congelan productos que
pueden romperse o contaminarse en el proceso. Los huevos
con cáscara rota
exponen el interior a bacterias
peligrosas. Preparaciones con ingredientes crudos o semielaborados,
como la mayonesa o el tarama
(huevas de pescado), pueden desarrollar contaminantes si sufren
cambios de temperatura bruscos o repetidos.

El proceso lento de congelación doméstica favorece la formación
de cristales grandes, que destruyen estructuras y abren la puerta
al desarrollo microbiano cuando el alimento se descongela de forma
incorrecta. Una descongelación a temperatura ambiente multiplica el
riesgo, sobre todo en productos de alto riesgo como huevos, cremas
o salsas. Nunca se debe
recongelar
un producto ya descongelado, porque pierde todas sus
cualidades y expone a peligros innecesarios.

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