#Salud: dos señales de advertencia a las que debemos estar atentos

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El
cáncer de páncreas
avanza con sigilo, muchas veces sin dar
aviso claro hasta que la enfermedad se encuentra en una fase
complicada. Por su ubicación interna y el rol fundamental en la
digestión y el manejo de la glucosa, el páncreas suele pasar
desapercibido tanto para el paciente como para los médicos. Sin
embargo, existen señales de advertencia que pueden
marcar la diferencia entre una atención temprana y una evolución
silenciosa que limita las posibilidades de éxito en el
tratamiento.

Entendiendo el cáncer de
páncreas

El cáncer de páncreas empieza con el crecimiento descontrolado
de células malignas en el
páncreas
, un órgano localizado detrás del estómago. Este órgano
produce enzimas digestivas y
hormonas como la insulina y el glucagón,
indispensables para regular los niveles de
azúcar en sangre
. El tipo más común es el
adenocarcinoma ductal, responsable de más del 90%
de los casos, aunque existen otras formas menos frecuentes
relacionadas con células neuroendocrinas.

Entre los factores de riesgo, destacan el
tabaquismo, la obesidad, la
herencia familiar, la pancreatitis crónica y el envejecimiento. La
mayoría de los diagnósticos se dan en personas mayores de 65 años.
En este contexto, identificar cualquier síntoma inusual se
convierte en una herramienta clave para salvar vidas.


Señal 1: dolor abdominal persistente y cambios en la parte
superior del abdomen

Uno de los avisos más tempranos y frecuentes que puede ofrecer
el cuerpo es un dolor en la parte superior del
abdomen
. Este dolor puede empezar de forma leve y volverse
progresivo, a veces irradiándose hacia la espalda.
Muchas personas confunden este síntoma con molestias digestivas
comunes o problemas musculares. La diferencia radica en que, en el
caso del cáncer de páncreas, el dolor es constante
y tiende a empeorar con el tiempo.

Este malestar no suele responder a medicamentos habituales para
dolores de estómago. Incluso puede aumentar después de comer o al
acostarse. A veces, el dolor es tan vago que la persona no sabe
exactamente dónde señalarlo y simplemente percibe una molestia “en
el centro”. Esto ocurre porque el páncreas está rodeado por otros
órganos y tiene terminaciones nerviosas que pueden transmitir el
dolor hacia la espalda. Muchos pacientes relatan que este síntoma
se vuelve una sombra diaria, difícil de ignorar.

Señal 2:
ictericia (color amarillo en piel y ojos)

La ictericia es un signo clásico que suele
aparecer cuando el tumor crece cerca de los conductos biliares. La
coloración amarilla en la piel y los ojos se
produce porque el tumor bloquea el paso normal de la
bilis, haciendo que la
bilirrubina se acumule en el cuerpo. Este cambio
no se limita solo a la apariencia: la orina puede oscurecerse, las
heces palidecen y el picor (prurito) puede
volverse insoportable.

A diferencia de otras enfermedades hepáticas donde la ictericia
aparece junto con otros síntomas claros, en el cáncer de páncreas a
menudo despunta sola, sin dolor intenso al principio. Por este
motivo, cualquier alteración amarilla en la piel merece una
consulta médica urgente. Detectarla a tiempo puede ser
determinante, ya que suele indicar que el cáncer aún está en un
punto tratado con mayor eficacia.

Foto Freepik

Otros síntomas
que acompañan estas señales

Aunque el dolor abdominal y la ictericia son las dos
señales de advertencia más evidente, no ocurren
siempre de forma aislada. Suelen acompañarse de:

  • Pérdida de peso rápida sin cambio en el
    apetito.
  • Fatiga extrema.
  • Náuseas y, en algunos casos, vómitos.
  • Cambios en las heces (color claro, grasosas o flotantes).

El cuerpo puede manifestar alteraciones en el control de
la glucosa
, hasta el punto de que algunas personas
desarrollan diabetes sin factores de riesgo
previos. Otro detalle importante es la presencia de dolor
lumbar
persistente o molestias en el área dorsal, en
especial si no corresponden a esfuerzos físicos recientes.

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¿Cómo se
diagnostica el cáncer de páncreas?

Detectar este cáncer requiere una combinación de imágenes y
exámenes de laboratorio. Las herramientas principales incluyen
ecografías, tomografías
computarizadas
(TC), resonancias
magnéticas
(RM) y, en ocasiones, PET. La
ecografía endoscópica permite obtener imágenes
detalladas y tomar muestras mediante biopsia si se
detecta una anomalía.

Los estudios de sangre buscan marcadores
tumorales
como el CA 19-9, útil para
seguir la evolución de la enfermedad pero no siempre concluyente
por sí solo. La combinación de varias pruebas ayuda a
localizar el tumor, determinar su
tamaño y evaluar si hay afectación a otros
órganos
.

Tratamientos y
expectativas

El tratamiento depende del estadio en el que se detecta el
tumor. Si el cáncer está localizado y es posible operar, la
cirugía ofrece la mejor esperanza. Sin embargo,
por lo general, el diagnóstico llega en etapas avanzadas donde la
cirugía no siempre es viable. En estos casos, la
quimioterapia, la radioterapia y,
en menor medida, las terapias dirigidas pueden
ayudar a controlar los síntomas y mejorar la
calidad de vida.

El manejo del dolor y de los problemas digestivos es fundamental
durante toda la enfermedad. La atención integral incluye desde el
uso de analgésicos hasta medios técnicos como
bloqueos nerviosos.

Perspectiva y
prevención

El cáncer de
páncreas
se enfrenta a uno de los retos más grandes en la
medicina el diagnóstico precoz. La tasa de
supervivencia sigue siendo baja, en parte porque los síntomas pasan
inadvertidos. La vigilancia cobra aún más importancia en personas
con antecedentes familiares o exposiciones de
riesgo.

Observar con atención los cambios pequeños, como el
dolor abdominal persistente o la
ictericia, puede transformar una historia de
confusión en una de control y cuidado. El conocimiento, la alerta y
la consulta médica rápida pueden sumar días, meses o años. El
cáncer de páncreas no siempre da segundas oportunidades. Estar
atentos a estas dos señales principales puede
marcar una diferencia profunda en futuras decisiones de salud.

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