#Salud: Es uno de los primeros síntomas del Alzheimer y del Parkinson, y sin embargo casi nadie lo conoce

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Aunque muchos piensan que el
Alzheimer
y el Parkinson solo afectan la memoria o el
movimiento, hay síntomas poco conocidos que
aparecen mucho antes de que las señales clásicas sean evidentes.
Identificar estos indicios permite buscar ayuda antes que la
enfermedad cause un impacto profundo en la vida diaria.

Algunas personas pasan años sin notar señales tempranas porque
las confunden con el cansancio, el envejecimiento natural o el
estrés. Sin embargo, la ciencia ha confirmado que hay
manifestaciones sutiles, a menudo ignoradas incluso por quienes las
padecen y sus familias.

La pérdida del
olfato: el aviso silencioso

Uno de los primeros signos que surge tanto en
Alzheimer
como en Parkinson es la pérdida del
olfato
(anosmia). Este detalle rara vez se asocia a
trastornos cerebrales, aunque está bien documentado por
especialistas y científicos.

La incapacidad para oler alimentos, flores o detectar humo puede
pasar inadvertida o restarse importancia. Muchas personas atribuyen
este cambio a alergias o infecciones. Sin embargo, cuando la
capacidad olfativa disminuye sin motivo claro y de
forma persistente, puede ser una señal de que el cerebro está
cambiando.

La relación entre la anosmia y enfermedades neurodegenerativas
es tan consistente que médicos incluyen preguntas sobre el olfato
en las evaluaciones clínicas. Aún así, gran parte de la población
no lo relaciona con problemas neuronales y no busca atención médica
por esta razón.

Cambios en la
expresión facial y el habla

En el Parkinson, otro síntoma pasado por alto es la
disminución de la expresión facial, conocida como
“rostro de máscara”. Las personas pueden perder la capacidad de
mostrar emociones con la cara, volviéndose inexpresivas o con
mirada fija.

La voz baja o apagada también suele tomarse
como un signo del paso del tiempo, pero puede aparecer en los
primeros meses o años de la enfermedad. A veces, quienes lo rodean
notan primero estos cambios. El habla puede volverse monótona y
menos enfática, lo que afecta la comunicación.

La escritura pequeña o apretada, síntoma llamado micrografía,
también suele aparecer antes de que surjan temblores o rigidez
muscular. Todos estos pueden anticipar el diagnóstico formal por
años.

Alteraciones
en el sueño y la rutina diaria

Las alteraciones en el sueño son comunes tanto
en el Alzheimer como en el Parkinson. En el caso del Parkinson, los
movimientos bruscos durante el sueño REM, caídas de la cama o
hablar mientras se duerme pueden ser señales de alarma.

En el Alzheimer, los primeros síntomas aparecen como una
desorientación leve: dificultad para ubicarse en el tiempo o
perderse en lugares conocidos. Cambios en la rutina diaria, como
dificultad para seguir recetas que antes eran familiares o en la
administración del dinero, se manifiestan sin que la persona se dé
cuenta del deterioro progresivo.

Foto Freepik

Problemas de
memoria: mucho más que olvidos

En el Alzheimer, la pérdida de memoria reciente
es la manifestación más difundida. Sin embargo, cuando estos
olvidos se acompañan de dificultades para planificar, tomar
decisiones o completar tareas habituales, es motivo de
consulta.

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El deterioro en la capacidad de comunicación
(dificultad para encontrar palabras o mantener una conversación
fluida) puede surgir antes que la desorientación global. Todo esto
afecta la vida diaria y la autonomía.

Cambios emocionales
y de personalidad

Ambas enfermedades pueden iniciar con cambios sutiles en
el carácter
. La persona puede mostrar irritabilidad,
sospechas infundadas o aislamiento social. Muchos creen que se debe
únicamente al envejecimiento, pero se trata de signos tempranos que
preceden al diagnóstico.

La pérdida de interés en actividades antes agradables, la apatía
o la tristeza inexplicable pueden avisar de problemas
neurodegenerativos. Reconocer estas señales facilita intervenir
antes y acceder a tratamientos que mejoran la calidad de vida.

Impacto en
funciones sensoriales y motoras

Determinados problemas físicos anuncian el Parkinson. El
temblor en reposo es clásico, pero la
rigidez muscular sutil, los problemas de
equilibrio y la postura encorvada suelen empezar antes. También
pueden presentarse mareos al levantarse, caídas frecuentes y
sensaciones de fatiga difíciles de explicar.

El estreñimiento crónico aparece en etapas
iniciales y en muchas ocasiones se ignora. El control de la

presión arterial
y las funciones digestivas cambia debido a la
reducción de
dopamina
, mucho antes de que el temblor o la dificultad para
caminar
se hagan notorios.

Qué hacer ante
síntomas poco conocidos

Conocer estos signos ayuda a consultar a un
neurólogo o profesional de la salud a tiempo. Un
diagnóstico temprano permite acceder a terapias, medicación
especializada y orientación familiar.

Si bien hoy no hay cura definitiva, la intervención precoz
ofrece mayores posibilidades de adaptarse y ralentizar el avance de
la enfermedad. La integración social, la alimentación saludable y
el ejercicio regular han sido respaldados por la ciencia como
factores que disminuyen el riesgo o retrasan la progresión tanto en
Alzheimer
como en Parkinson.

Adoptar un enfoque integral en el control de la salud, abordar
condiciones médicas asociadas como la
diabetes
, la hipertensión y las alteraciones sensoriales, y
reducir la exposición a contaminantes ambientales, son pasos
concretos que pueden marcar la diferencia.

Conocer y actuar ante estos primeros síntomas no solo protege la
autonomía personal, sino también al entorno familiar y social,
favoreciendo una mayor calidad de vida a lo largo de los años. La
observación cuidadosa de estos pequeños cambios puede ser la clave
para iniciar una atención médica oportuna.

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