A medida que las personas envejecen, el sueño se convierte en un
pilar esencial para mantener una buena salud. Muchas personas
mayores de 60 años se preguntan cuánto deben
dormir para sentirse bien y activos. La respuesta se encuentra en
un equilibrio preciso: ni demasiado poco, ni demasiado. Descansar
entre 7 a 9 horas por noche puede mejorar la
memoria, el estado de ánimo y la salud del corazón, además de
reducir riesgos de enfermedades crónicas.
Duración recomendada del sueño después de los 60 años
Al llegar a los 60 años, la calidad y duración del sueño se
vuelven factores cruciales para mantener una buena salud. A medida
que envejecemos, es natural que nuestros patrones de sueño
cambien. Por eso, es importante conocer las
recomendaciones sobre cuántas horas deberíamos dormir para
sentirnos bien y
mantenernos saludables.
Estudios sobre el sueño en mayores de 60 años
En los últimos años, diversos estudios han analizado
cómo afecta la duración del sueño a la salud de las
personas mayores de 60 años. Veamos algunos de los
hallazgos más importantes:
Estudio de la National Sleep Foundation: esta
organización recomienda que los adultos mayores duerman entre 7 y 8
horas por noche. Dormir menos de 6 horas o más de 9 horas puede
estar relacionado con problemas de salud como
diabetes, obesidad y
enfermedades cardiovasculares.
Investigación del Journal of Clinical Sleep
Medicine: un estudio publicado en esta revista encontró
que las personas mayores que duermen menos de 6 horas tienen un
mayor riesgo de padecer deterioro cognitivo y problemas de
memoria.
Análisis del Sleep Health Journal: se observó
que dormir más de 9 horas también puede ser perjudicial. Este
exceso de sueño se asocia con una mayor incidencia de depresión y
otras afecciones mentales en personas mayores.
Recuerda, dormir bien no solo se trata de cantidad, sino también
de calidad. Asegúrate de crear un ambiente propicio para el
descanso y adoptar hábitos saludables que favorezcan un
sueño reparador.
Factores que afectan la calidad del sueño
A medida que las personas envejecen, encontrar una buena noche
de sueño puede volverse todo un reto. Diversos factores pueden
influir en la calidad del descanso, y es importante conocerlos para
poder manejarlos adecuadamente.
Condiciones médicas comunes
Las condiciones médicas son frecuentemente responsables de
alterar el sueño, especialmente en personas
mayores. Algunas de las más comunes incluyen:
Apnea del sueño: esta condición provoca pausas
en la respiración durante el sueño, lo cual puede resultar en
despertares frecuentes y una sensación de somnolencia al día
siguiente. Es más común en personas con sobrepeso y puede ser
peligrosa si no se trata.
Artritis: el dolor y la incomodidad asociados
con la artritis pueden dificultar conciliar el sueño. Despertarse a
mitad de la noche y no poder volver a dormir es una queja común
entre quienes padecen esta enfermedad.
Problemas cardiovasculares: enfermedades como
la hipertensión y la insuficiencia cardiaca pueden interrumpir el
sueño, causando despertares nocturnos y dificultad para respirar
correctamente.
Impacto de la medicación
En la tercera edad, el uso de medicamentos es frecuente para
tratar varias condiciones médicas. Sin embargo,
muchos de estos pueden tener efectos secundarios
que afectan la calidad del sueño. Aquí hay algunos ejemplos:
Medicamentos para la presión arterial: algunos
pueden causar insomnio o hacer que las personas se despierten con
frecuencia durante la noche.
Antidepresivos: aunque son esenciales para
manejar
la salud mental, ciertos antidepresivos pueden provocar
insomnio como efecto secundario.
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Analgésicos: mientras que algunos analgésicos
inducen somnolencia, otros pueden contener cafeína u otros
estimulantes que interfieren con el descanso nocturno.

Consejos para mejorar la calidad del sueño
Dormir bien es crucial para todos, pero especialmente para las
personas mayores. A medida que envejecemos, puede ser más
complicado conciliar el sueño y mantenerse
dormido. Aquí hay algunos consejos para mejorar la calidad
del sueño después de los 60 años.
Higiene del sueño
La higiene del sueño se refiere a las
prácticas y hábitos que podemos adoptar para tener
un mejor sueño. Para los mayores, esto puede marcar una gran
diferencia en la calidad del descanso nocturno.
Mantener un horario de sueño regular: ir a la
cama y despertarse a la misma hora todos los días, incluso los
fines de semana, ayuda a regular el reloj interno del cuerpo.
Crear un ambiente propicio para dormir:
asegurarse de que la habitación esté oscura, tranquila y a una
temperatura confortable. Esto puede incluir el uso de cortinas
opacas, tapones para los oídos o una máquina de ruido blanco.
Limitar las siestas diurnas: si bien una siesta
corta puede ser revitalizante, dormir demasiado durante el día
puede dificultar el sueño nocturno.
Evitar estimulantes: reducir el consumo de
cafeína y nicotina, especialmente en las horas previas a
acostarse.
Rutinas de relajación
Las rutinas de relajación antes de dormir
pueden ser muy útiles para preparar el cuerpo y la
mente para un
sueño reparador. Probar diferentes técnicas puede ayudar a
encontrar lo que mejor funciona para cada persona.
Meditación: practicar meditación
puede ayudar a calmar la mente. Concentrarse en la respiración o en
una imagen relajante puede ser útil para liberar el estrés
acumulado durante el día.
Yoga: hacer yoga suave o estiramientos antes de
acostarse puede relajar los músculos y reducir la tensión. Hay
muchas posturas de yoga, como la postura del niño, que son ideales
para la relajación nocturna.
Lectura: leer un libro (pero no en una
pantalla) puede ser una forma tranquila de terminar el día. Optar
por géneros que no sean demasiado emocionantes puede evitar que la
historia interfiera con el sueño.

Baños calientes: tomar un baño caliente una
hora antes de dormir puede ayudar a relajar el cuerpo y bajar la
temperatura corporal, lo que facilita el inicio del sueño.