#Salud: Un niño de 10 años muere aplastado por su madre adoptiva en un caso que conmocionó a Estados Unidos

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Un trágico suceso ocurrido en Valparaiso, Indiana, ha dejado a
la comunidad en estado de shock. Dakota Levi Stevens, un
niño
de 10 años bajo el cuidado de una madre adoptiva, perdió
la vida tras un acto de castigo extremo. Este caso ha puesto de
manifiesto las vulnerabilidades dentro del sistema de adopción
temporal y ha generado un debate sobre los métodos de disciplina y
la responsabilidad de las autoridades.

¿Qué
ocurrió?

La tragedia ocurrió cuando Jennifer Lee Wilson,
una madre de acogida que pesaba aproximadamente 154 kilos, utilizó
su peso corporal como medio de control. Según los informes, el niño
había intentado huir luego de una disputa familiar. Jennifer afirmó
que su intención era evitar que Dakota escapara nuevamente, y en
ese intento, decidió sentarse sobre él durante aproximadamente
cinco minutos.

Este acto provocó que Dakota, que pesaba 41 kilos, sufriera
asfixia mecánica, lo que posteriormente resultó en su
fallecimiento. Pese a las maniobras de reanimación y la atención
médica inmediata en el hospital, los esfuerzos fueron en vano.

El contexto detrás del
caso

Jennifer Lee Wilson había adoptado a Dakota Stevens hacía apenas
unos meses. A pesar de esto, su historial como madre de acogida ya
mostraba señales de advertencia: su licencia estaba suspendida y
estaba bajo revisión para una posible revocación permanente.

Los expertos en cuidado infantil han señalado que situaciones
como estas revelan fallas importantes en el sistema de seguimiento
de las familias de acogida. Este tipo de hogares deben ser
evaluados regularmente para garantizar tanto la
seguridad física como psicológica de los menores.

Evidencia que dejó sin
palabras

Un video de seguridad de 20 segundos captado en la residencia de
Jennifer mostró el momento crítico. Durante este tiempo, Wilson
habló por teléfono con la asistente social de Dakota mientras
estaba sentada sobre él, específicamente en la zona de su abdomen y
su cuello. En las imágenes, se puede observar cómo Dakota gritaba
desesperadamente antes de quedarse inmóvil.

Al ser interrogada por la policía, Wilson declaró que había
asumido que el niño estaba fingiendo su inmovilidad. Fue solo al
observar que sus párpados estaban pálidos y que no respondía cuando
intentó moverlo, que entendió la gravedad de la situación.

Foto Freepik

Repercusiones legales y
sentencia

Jennifer Lee Wilson fue acusada de homicidio
involuntario
. El tribunal determinó como sentencia seis
años de prisión, de los cuales uno será condicional, cumpliéndose
mediante libertad probatoria. La fiscalía destacó la negligencia y
el peligro de emplear este tipo de métodos punitivos, dejando claro
el mensaje de que actos similares no serán tolerados.

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Aunque la sentencia se dictó conforme a las leyes locales,
muchas personas han cuestionado si la pena impuesta es suficiente
en comparación con la magnitud de los hechos.

Impacto en el
sistema de protección infantil

Este caso también ha encendido las alarmas sobre las políticas
actuales en los estados de Estados Unidos en relación al sistema de
acogida. Las críticas se han centrado en la falta de supervisión y
en cómo personas como Jennifer pudieron mantener la custodia de un
menor pese a tener un historial problemático con
las autoridades de servicios sociales.

Organizaciones de protección infantil han pedido medidas más
estrictas, incluyendo
evaluaciones psicológicas
regulares y programas de apoyo a las
familias adoptivas. También han resaltado la necesidad de capacitar
a cuidadores temporales sobre cómo manejar comportamientos
difíciles sin recurrir a métodos físicos que puedan poner en riesgo
la vida de los
niños
.

El caso de Dakota Levi Stevens no es solo una tragedia aislada,
sino un recordatorio de las brechas aún existentes
en los sistemas diseñados para proteger a los niños más
vulnerables. Su muerte lanza un llamado urgente a priorizar la
seguridad y el bienestar emocional de los menores en situaciones de
cuidado temporal.

En última instancia, este caso sirve como un doloroso
recordatorio de que todos tenemos una responsabilidad colectiva de
proteger a quienes no pueden defenderse por sí mismos. Las fallas
del sistema no deben convertirse nunca en una excusa para dejar a
los más inocentes en situaciones tan peligrosas.

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