Si alguna vez has intentado comprometerte con una rutina de
ejercicio pero terminas abandonándola, no estás solo, porque
incorporar la actividad física en tu día a día puede parecer un
desafío abrumador. La buena noticia es que no necesitas
revolucionar tu estilo de vida de inmediato ni forzarte a pasar
horas en
el gimnasio. Con un cambio de perspectiva y algunos
trucos mentales inteligentes, puedes hacer que el
ejercicio se convierta en un hábito natural y sostenible.

Empieza con
entrenamientos cortos
¿Te resulta difícil imaginarte en sesiones de entrenamiento de
una hora? Prueba con solo cinco minutos. Puede parecer
insignificante, pero ese es el truco. Engaña a tu mente diciéndote
que vas a ejercitarte por un tiempo corto, algo tan simple como
hacer sentadillas mientras ves televisión o dar
una vuelta rápida a la manzana. Una vez que comienzas, muchas veces
esos cinco minutos se extienden a diez o quince. Además,
consistentemente realizar estas pequeñas sesiones crea el hábito de
movimiento, construyendo gradualmente la motivación para hacer
más.
Define metas
alcanzables
A menudo, las personas comienzan con metas demasiado ambiciosas,
como perder 10 kilos en un mes o correr 10 kilómetros sin haber
entrenado antes, lo que puede llevar al desánimo cuando no logras
los resultados deseados. La idea es pensar a pequeña escala. Por
ejemplo, si un contador de pasos te marca 10,000 diarios pero solo
alcanzas 6,000, ajusta tu meta a 7,000. Lograr objetivos
realistas genera confianza y una sensación de éxito, lo
que te motiva a mantener la constancia. Una vez que te sientes
seguro, puedes aumentar tu nivel de desafío poco a poco.
Convierte tu
decisión en algo consciente
¿Cuántas veces te has saltado el ejercicio sin siquiera
pensarlo? Eso sucede porque no tenemos el hábito de reflexionar
sobre por qué no lo hacemos. Aquí hay un truco efectivo: coloca tu
equipo de entrenamiento en un lugar visible, como el sofá o la
puerta de tu habitación. Así, si decides no ejercitarte, al menos
tendrás que mover tus cosas, lo cual convierte la decisión en algo
deliberado. Este pequeño esfuerzo extra podría ser lo que necesites
para que cambies de opinión. Además, usa tus horarios a tu
favor, como llevar ropa de entrenamiento al trabajo y
ponértela antes de llegar a casa, evitando tentaciones de descansar
primero.
Haz la
actividad física parte de tu rutina diaria
Si vives en una casa con escaleras, prueba subir y bajar durante
10 minutos. Si paseas a tu perro, alterna entre caminar rápido y un
paso relajado para incorporar intervalos. ¿Haciendo tareas como la
lavandería? Intenta hacer sentadillas o press de hombros con la
ropa antes de empezar. Estas pequeñas inserciones de movimiento
integran el ejercicio en tu vida diaria sin que
requiera un esfuerzo adicional de planeación.

Adopta una actitud
flexible
Los contratiempos son inevitables. Quizás estás tarde para tu
clase de yoga o tu gimnasio está lleno. Al tener un “Plan B”,
evitas dejar que esos obstáculos te derroten. ¿No puedes seguir con
tu plan original? Entonces
prueba correr, caminar o seguir un video rápido en casa.
La flexibilidad es clave para mantener el
compromiso. No seas rígido con tus planes; lo importante es moverse
de alguna forma, cualquier forma.
Rompe el
ciclo del “todo o nada”
El pensamiento de “todo o nada” puede sabotear fácilmente tu
progreso. Por ejemplo, pensar que si no puedes ir al gimnasio
durante una hora, entonces no vale la pena hacer nada. Esta
mentalidad solo pone barreras que te alejan de moverte. En cambio,
considera cada día como una serie de elecciones. Tal vez no
llegaste al gimnasio, pero sí diste un paseo de 15 minutos.
Cada acción cuenta, y al sumar pequeños esfuerzos,
estás construyendo resultados duraderos.
Varía tus
entrenamientos
Si correr no es lo tuyo, prueba con clases de baile, yoga o
andar en bicicleta. Cuando experimentas con diferentes actividades,
no solo trabajas distintos grupos musculares, también te diviertes
más. Escucha lo que tu cuerpo necesita. Si estás
cansado, tal vez un ejercicio de baja intensidad como estiramientos
sea lo mejor. Cambiar tu rutina puede incluso renovar tu motivación
y ayudarte a descubrir lo que disfrutas.
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