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Por Julio Ravelo Astacio
El inicio de un nuevo año debe ser momento apropiado para reflexionar y poner en claro los grandes o pequeños logros, al mismo tiempo analizar nuestros yerros y momentáneos fracasos para avanzar.
Siendo así, querido lector, permítame recurrir a una de las fábulas de Esopo, padre de la fábula, para conocer un poco más esta parte de nuestra anatomía.
“Se cuenta que uno de sus amos, Xantus, le ordenó ir al mercado y traer el mejor alimento que encontrara para agasajar a importantes invitados. Esopo compró solamente lengua y la hizo aderezar de diferentes modos. Los invitados se hartaron de comer lo que saboreaban como un manjar. Cuando se marcharon los comensales, Xantus le preguntó – ¿Qué era eso tan delicioso? -Me pediste lo mejor, dijo Esopo, y traje lengua. La lengua es el fundamento de la filosofía y de las ciencias, el órgano de la verdad y la razón. Con la lengua se instruye, se construyen las ciudades y las civilizaciones, se persuade y se dialoga. Con la lengua se canta, se reza, se declara el amor y la paz. Días después, Xantus le dijo que llegarían unos visitantes desagradables a los que debería atender por protocolo, pero quería manifestarle su disgusto sirviéndole una mala comida. – Trae lo peor que encuentres, recomendó.
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Esopo trajo lengua y la hizo preparar con un sabor tan desagradable que repugnó a los comensales. – ¿Qué porquería es esa que serviste? Preguntó Xantus. – Lengua, contestó Esopo. La lengua es la madre de todos los pleitos y discusiones, el origen de las separaciones y las guerras. Con la lengua se miente, se calumnia, se insulta, se rompen amistades. Es el órgano de la blasfemia y la impiedad”.
Como hemos podido aprender de esa antiquísima fábula, 600 a. C., la lengua es un órgano que prácticamente se presta para todo. Le podríamos agregar otros atributos: útil, versátil, osada, alborotada, irreverente, desconsiderada, engañosa, atrevida, sucia, perversa. Pero, al mismo tiempo puede ser hábil, inteligente, dulce, amorosa, envolvente, apasionada. En las distintas culturas y países se le dan valoraciones y atribuyen cualidades distintas. Entre nosotros no es raro escuchar calificativos como: “Lengua larga” “Se tragó la lengua” “Amárrate esa lengua” “Lengua sucia” “Trata de no caer en esa lengua” “Tiene lengua viperina”.
Salomón, en proverbios 18:21 nos enseña: “La muerte y la vida están en el poder de la lengua”. En el Corán podemos leer: “la lengua es un arma cargada, cuando la palabra sale es como una bala disparada, ya no se puede detener”. “Con la lengua se tropieza más seguido que con los pies”. “La lengua es el castigo del cuerpo”.
Cabe mencionar desde el punto de vista fisiológico las funciones esenciales de este órgano: la deglución, el lenguaje, la hidratación homogénea de la boca y de los alimentos, el sentido del gusto. Deglutir y hablar son acciones prácticamente imposibles sin la saliva. El nervio hipogloso es un nervio motor que controla los músculos de la lengua que posibilitan el habla y la deglución.
Bueno, ya realizamos un repaso de las características, atributos y uso de este valioso órgano.
Algunas sugerencias:
- Haga uso apropiado de la misma.
- Escuche bien antes de dar una respuesta. Analice circunstancias.
- Recuerde contar hasta diez antes de dar una respuesta.
- No imite ni haga caso a aquellos que dicen: “No puedo esperar para darle su respuesta”, “si no le contesto de una vez me muero, me da un yeyo”. Esas afirmaciones demuestran falta de madurez y del control de sus emociones.
Nunca olvidemos la respuesta de Esopo a Xantus. Considere siempre que su interlocutor es importante y prepare la lengua con los mejores aderezos, ya luego sólo resta disfrutar los manjares del saber vivir
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