California, capital del fuego | La opinión de Diego Carcedo sobre los incendios de Los Ángeles

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Ninguna película de fuego y terror de las miles que se han rodado en Hollywood a lo largo de su historia superan las imágenes estremecedoras que las televisiones de todo el mundo han ofrecido estos días de los incendios en la ciudad de Los Ángeles, sin duda una de las urbes más ricas y modernas de los Estados Unidos. La espectacularidad de las llamas está dejando en el ambiente una luminosidad de colores inconcebibles tratándose de un complejo urbanístico, con la silueta de los gigantescos edificios sacudida por los vientos rascando las nubes.

Los Ángeles no es la capital administrativa de California, centralizada en Sacramento, pero si la urbe más importante de los Estados Unidos después de Nueva York e incluso Chicago. El Estado de California, muy alejado de nuestro Atlántico, con vuelos caros, se vuelve más desconocido por los europeos tanto por la diferencia horaria como la distancia que nos separa, pero su importancia la describen las estadísticas como la novena potencia mundial si fuese un país independiente. Para los españoles cabe añadir el valor incalculable de los monumentos que perduran bien conservados de la época de los conquistadores. 

Los Ángeles no es la única ciudad de gran magnitud de California, por ejemplo allí está también San Francisco, más pequeña, pero con mayor personalidad urbanística y atractivo para el visitante. En California, según los expertos, los incendios son más frecuentes a causa de los vientos secos, lo cual es una amenaza a lo largo de una buena parte del año por los incendios, tanto forestales como urbanos. Es el caso del que esta semana ya ha causado en Los Ángeles diez muertos, 130.000 evacuados, 13.750 hectáreas arrasadas y centenares de viviendas destruidas, entre ellas algunas residenciales de lujo donde viven muchas estrellas del cine.

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Cuesta explicarse cómo un país, un Estado y una ciudad de estas magnitudes, con tanta importancia tecnológica, tantos medios económicos y experiencia en desastres naturales, no haya sido capaz de frenar los cinco incendios simultáneos que desolaron barrios enteros o cuanto menos minimizarlos. Las críticas a la insuficiencia de medios, personales y técnicos, son rebatidas argumentado que la violencia de los vientos propios, especialmente de Santa Fe, impidió volar a los aviones y helicópteros cuya actuación habría sido crucial para frenar y extinguir el fuego. También se alega la escasez de agua, consecuencia de la dura sequía que se viene sufriendo. La consecuencia popular de esta situación es que nada ni nadie está exento de males.

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