Venezuela, al borde del caos

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Venezuela se despierta este viernes en un día que se teme acabe en un verdadero caos, víctimas incluidas. La obstinación del rudo presidente Nicolás Maduro en tomar posesión del cargo por tercera vez después de haber perdido las elecciones, adquiere carácter dramático. Las manifestaciones de protestas que ayer convulsionaron Caracas y otras ciudades importantes del país reflejan la indignación popular ante su obstinación en prolongar la dictadura que viene ejerciendo.

El candidato que obtuvo una mayoría tan clara como elocuente en los comicios celebrados en julio, Edmundo González, ha anticipado reiteradamente que hoy acudirá a pesar de las amenazas que enfrenta al asumir la jefatura del Estado que para la que fue elegido. Cuenta con la prueba de su triunfo, con las actas que Maduro y su camarilla de militares corruptos por el narcotráfico han ocultado, pero la oposición las mantiene a buen recaudo en las cajas blindadas de un banco extranjero.

La angustia de la espera despierta preocupantes especulaciones sobre la vía que utilizará González para entrar, como ha prometido al país, y afrontar su detención, como se ha venido haciendo con sus seguidores y otros líderes de la oposición, y sumarse a las manifestaciones tumultuarias de protesta que lo proclaman. El Gobierno ha adoptado todo tipo de medidas para impedir que tanto él, como las personalidades que se proponían acompañarle ante el riesgo, puedan entrar en el país, para lo cual han suspendido los vuelos, movilizado a las Fuerzas Armadas y reforzado la seguridad en las fronteras.

Varios periodistas enviados a cubrir la información, entre ellos algún español, han sido devueltos desde el aeropuerto a sus países.

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No se sabe con precisión qué representantes extranjeros asistirán a refrendar la pantomima de la toma de posesión de un dictador cruel. Entre los que se da como seguros se incluyen los representantes de sus aliados comunistas y sandinistas. Por el contrario, los gobiernos democráticos, entre ellos los veintisiete miembros de la Unión Europea y el Reino Unido, han acordado que sus embajadores no asistirán.

El Gobierno de Pedro Sánchez, que acaba de estrenar embajador en Caracas, se ha sumado a este acuerdo comunitario a pesar del respaldo que el expresidente Rodríguez Zapatero ha venido confraternizando y defendiendo en representación de España a Maduro, a pesar del su consolidada imagen como dictador en el ámbito internacional. Los miembros de la UE no han reconocido oficialmente a González como presidente, algo que han hecho otros como los Estados Unidos. Se espera que lo hagan si como se teme Maduro toma posesión como pretende.

Hoy la preocupación más grave es que los militares y policías, que se mantienen fieles gracias a las prebendas de que gozan, recurran a la violencia armada contra las manifestaciones que se anticipan y de las cuales ayer ya demostraron que la mayoría de los ciudadanos ya habían votado en contra de su reelección y no asumen la mentira oficial de que era el elegido. Maduro es evidente que se perpetuará en la historia de Venezuela como el dictador implacable que no venía dudando en reprimir por la fuerza a los que aspiran a volver a vivir en libertad y si no se evita, lo seguirá haciendo: por algo se le considera el imitador cerca de 50 años después.

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