Un día como hoy, 7 de diciembre, pero de 1941, la Armada Imperial Japonesa lanzó un devastador ataque sorpresa contra la base naval de Pearl Harbor, en Hawái, marcando un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial.
Aquel domingo por la mañana, el objetivo japonés era claro: incapacitar a la Flota del Pacífico de Estados Unidos y prevenir su intervención en las campañas militares de Japón en el sudeste asiático.
El ataque, que involucró aviones de combate, bombarderos y torpedos, dejó un saldo de más de 2,400 estadounidenses muertos, cientos de heridos, 21 buques destruidos o dañados y cerca de 300 aviones inhabilitados. Esta ofensiva no solo golpeó el poderío militar estadounidense, sino que también generó un profundo impacto emocional en la población, galvanizando la determinación del país para entrar en el conflicto global.
Al día siguiente, el 8 de diciembre de 1941, el presidente Franklin D. Roosevelt pronunció su célebre discurso ante el Congreso, calificando el 7 de diciembre como «una fecha que vivirá en la infamia». En esa misma sesión, Estados Unidos declaró la guerra a Japón, dejando atrás su política de neutralidad y marcando su entrada directa en la Segunda Guerra Mundial.
