RD Explicado
Fue en nuestra isla donde los europeos conocieron el maní. Así lo relata Cristóbal Colón en su diario del primer viaje, donde describe su primer contacto con esta legumbre.
Colón escribió: “Venían a dar gracias al cielo y traer cuanto tenían, en especial cosas de comer, como pan de ángeles y gonza avellaneda”, que es como llamaba entonces al maní.
Como ves, a Colón le llamó la atención el carácter místico que para los taínos tenía el maní. Y es que, al tratarse de un fruto que crece bajo tierra, los indígenas lo consideraban una conexión con la muerte y la fecundidad.
Gonzalo Fernández de Oviedo también se refirió al maní en sus escritos. En 1535, lo definía como “piñones con cáscara” y explicaba que los taínos atribuían al maní poderes curativos, aunque él dudaba de su efectividad. Y, al parecer, no le apasionaba comerlo.
“Es de mediocre sabor, pero es muy ordinario para los indios y lo hay en grandes cantidades en esta isla y otras”, relataba.
El maní llegó a nuestra región hace unos 2,000 años, procedente del sur del continente. Allí, en Perú, se han encontrado restos de esta legumbre que datan de hace 8,000 años.
Fuentes: Biblioteca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Acento y BBC.
