El mundo está a la espera de que el 20 de enero Donald Trump tome posesión como presidente de Estados Unidos. Puesto que se da por hecho que, como anunció en campaña, intentará poner fin a la guerra de Ucrania sentando a las dos partes en una negociación, ambos, ucranianos y rusos, quieren llegar a esa mesa en la mejor posición posible, o sea, con todo el poder posible.
Por eso, Kiev ha disparado misiles de largo alcance de EEUU sobre territorio ruso; por eso Moscú ha lanzado un misil balístico hipersónico (pero sin carga nuclear); y por eso la batalla de Kursk se antoja fundamental.
Kursk, la guerra y Donald Trump
Kursk se ubica en los confines occidentales de Rusia, cercana a la frontera con Ucrania. Centro administrativo del óblast (provincia) de Kursk, es una ciudad ferroviaria, industrial y de servicios, y alberga una central nuclear. Ya fue un escenario fundamental de la lucha soviético-alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Allí tuvo lugar la batalla de carros de combate más grande de la historia.
Ahora, Volodímir Zelenski cree que Vladimir Putin quiere expulsar a las tropas ucranianas que ocupan parte de esa región rusa antes de que Trump ocupe de nuevo el despacho oval de la Casa Blanca. Según el presidente ucraniano, Rusia pretende ocupar para el 20 de enero Kursk y también todo Donetsk, donde el avance ruso es constante.
Putin necesita expulsarnos del frente de Kursk”, dice Zelenski
“Putin necesita expulsarnos del frente de Kursk”, dijo Zelenski este domingo. Y parece que lo está consiguiendo. Las tropas ucranianas han perdido desde agosto pasado buena parte del territorio que ocuparon en esa región, donde los rusos concentran unos 50.000 soldados, incluidos unos 11.000 norcoreanos, para tratar de expulsar a las fuerzas de Kiev.
La sorprendente ofensiva ucraniana
Fue el pasado 6 de agosto cuando tropas ucranianas iniciaron su incursión en la provincia de Kursk, concretamente en la comarca de Sudzha. Es decir, Kiev pasó al ataque y su ejército penetró en territorio ruso. El objetivo era atraer tropas rusas a esa zona para aliviar la presión sobre el frente oriental del país.
Llegaron a ocupar el 70% de la región, pero ese avance no sólo se ha frenado sino que se ha convertido en retroceso. El contraataque ruso se inició el 10 de septiembre. Al parecer, Putin dio orden de recuperar el territorio perdido en Kursk antes del 1 de octubre. Ucrania ha perdido el 40% de lo conquistado desde agosto, según reconoció un miembro del Estado Mayor del Ejército ucraniano.
“Como máximo controlábamos unos 1.376 kilómetros cuadrados; ahora, por supuesto, ese territorio es más pequeño. El enemigo está aumentando sus contraataques. Ahora controlamos aproximadamente 800 kilómetros cuadrados. Mantendremos este territorio durante el tiempo que sea militarmente apropiado”, dijo a Reuters esta fuente militar.
A Zelenski le faltan armas y soldados
Pero la estrategia de los generales de Zelenski parece haber fallado. Según el mando militar ucraniano, sólo se ha alcanzado alrededor del 50% de los objetivos de la operación. Rob Lee, investigador del programa Eurasia del Foreign Policy Research Institute, considera que la ofensiva ha sobrecargado aún más a las fuerzas ucranianas, agravando el problema de la falta de soldados preparados (las nuevas tropas son enviadas sin la suficiente formación). Cuenta The New York Times que las fuerzas ucranianas son superadas en número de seis a uno.
No sólo los ucranianos pierden pulso en Kursk sino que los rusos avanzan en esas otras partes del frente que, en teoría, tenían que haber descuidado. Es el caso de Kurakhove, región donde las tropas de Putin avanzan a 200-300 metros por día, según esa fuente del Estado Mayor. La sorprendente ofensiva también ha debilitado las posiciones ucranianas en el Donbás y más al sur.
El resultado fue que en octubre, dos meses después de iniciarse la incursión, el frente oriental ucraniano se había degradado considerablemente. Ucrania sufrió su mayor pérdida de territorio entre mediados de agosto y mediados de septiembre, justo cuando se intentaba abrir paso en Kursk, según declaró Pasi Paroinen, analista del Black Bird Group, al Washington Post.
Soldados de Corea del Norte en el frente
En ello está teniendo mucho que ver el factor norcoreano. A primeros de noviembre, Corea del Norte comenzó a desplegar en Rusia miles de soldados. Ocurrió después de que el régimen de Kim Jong-un ratificara su tratado de asociación estratégica con Rusia. Ese pacto incluye una cláusula de defensa mutua. Fue al entrar en acción las tropas norcoreanas cuando el todavía presidente de EEUU, Joe Biden, autorizó a Ucrania a utilizar misiles de largo alcance contra territorio ruso.
Hace una semana, Kiev calculó que unos 50.000 soldados rusos y norcoreanos desplegados en la región de Kursk habían entrado recientemente en combate contra las fuerzas ucranianas. Según el teniente general Kyrylo Budanov, jefe de la Dirección de Inteligencia de Defensa de Ucrania, los norcoreanos movilizados en Rusia son unos 12.000.
El resultado es que las tropas de Putin ganaron más de 1.000 km2 entre el 1 y el 3 de noviembre en el este de Ucrania. Además, pudieron abrir una brecha en Kupiansk. En la propia Kursk, los rusos recuperaron 593 km2.
Lo último son los misiles. Kursk y la vecina Briansk fueron objeto la pasada semana de los primeros dos ataques ucranianos con misiles de largo alcance de fabricación estadounidense y británica, tras lo cual Moscú lanzó por primera vez un misil balístico hipersónico Oréshnik contra una fábrica de armamento en la región oriental ucraniana de Dnipró.
“Catástrofe estratégica” para Ucrania
Ucrania estaba perdiendo el control de Kursk. Cuando no se han cumplido aún cuatro meses del inicio de la ofensiva, ¿qué balance puede hacerse? Marina Miron, investigadora de defensa del Kings College de Londres, le ha dicho a la BBC que toda la operación ha sido un costoso fracaso estratégico para Ucrania.
Según ella, aunque la incursión de Kursk fue un momento de “brillantez táctica” también ha sido una “catástrofe estratégica” para Ucrania. “La idea era tal vez ganar algo de influencia política en posibles negociaciones, pero militarmente alejar a las fuerzas rusas del Donbás para liberar Kursk. Y lo que estamos viendo en cambio es que las unidades ucranianas están atadas allí”, asegura la analista.