Contrario a la creencia común entre dominicanos, Haití posee un puñado de intelectuales bien formados con teorías sobre el supino fracaso de su país. Uno es Jean Casimir, sociólogo de 86 años formado como marxista en México y embajador de Aristide en Washington. Ha escrito libros importantes; es profesor en la universidad de Duke. Entrevistado el domingo en La Tercera, de Chile, Casimir explica con brillantez claves del drama haitiano que debemos atender y estudiar. Penosamente repite el yerro usual de culpar a extranjeros por las desgracias de su desdichado país. Llamar “Estado” a Haití es una burla. Para superar su miseria, violencia e involución incesante, deben formar ciudadanos con concepto de nación y civismo: cambiar su estadio tribal que persiste desde cuando mataron a todos los blancos en su revolución. Y educar en francés, no creole. Su lengua, como el sincrético vudú, coloniza de peor forma que cualquier potencia foránea la mente y el alma de Haití, que pese a librarse de una esclavitud en 1804 permanece encadenada al oscurantismo. Corresponde a los haitianos vencer su indolencia, si realmente merecen ser libres, prósperos y felices en su propio territorio.