El silbato del árbitro suena y el partido está por comenzar. La tensión en el estadio es palpable, y todos los ojos se posan en los jugadores. Para Ibrahim Dagga, joven futbolista en ascenso, estos momentos de máxima presión son tanto un desafío como una oportunidad. En lugar de dejarse abrumar por el estrés, ha desarrollado estrategias para mantenerse sereno, concentrado y en control de sus emociones, incluso en los encuentros más exigentes.
La primera clave para manejar la presión, según Ibrahim, se construye mucho antes del partido. Para él, el entrenamiento diario es la base de su seguridad en el campo. «Mientras más me preparo, menos tengo que preocuparme durante el juego», afirma. En cada sesión, se enfoca en perfeccionar detalles técnicos y afinar sus habilidades hasta que cada movimiento se vuelve instintivo.
Esta dedicación le permite entrar al terreno de juego con la confianza de saber que está listo para enfrentar cualquier situación. Las horas invertidas en resistencia, técnica y táctica le dan la tranquilidad de que puede adaptarse y superar los desafíos que surjan durante el partido.
Minutos antes de que el balón empiece a rodar, Ibrahim dedica un momento a cerrar los ojos y visualizar lo que quiere lograr. Imagina sus movimientos, los pases precisos, las jugadas estratégicas y, por supuesto, los goles. Esta práctica de visualización le ayuda a enfocarse en lo positivo y a establecer un plan mental para el juego. «Visualizar me permite ver el partido como una oportunidad, no como una amenaza», explica.
Al concentrarse en las posibilidades en lugar de los temores o las expectativas externas, Ibrahim logra entrar al campo con una mentalidad proactiva y segura.
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En los momentos críticos del juego, cuando la presión alcanza su punto máximo, Ibrahim recurre a una técnica sencilla pero eficaz: la respiración controlada. Toma una inhalación profunda, cuenta hasta tres y exhala lentamente. Este sencillo acto le ayuda a calmar la mente y estabilizar las emociones, permitiéndole mantener la claridad y la calma necesarias para tomar decisiones acertadas.
«La respiración me da un segundo para recordar que tengo el control», comenta. Esta práctica le permite evitar el desgaste emocional y mantener un ritmo constante, asegurándose de que cada acción en el campo sea deliberada y efectiva.
Aunque es activo en las redes y cuenta con una creciente audiencia, Ibrahim ha aprendido la importancia de desconectarse antes de partidos importantes. «Para evitar que las expectativas externas me afecten, me mantengo alejado de las redes antes de un partido», comparte. Al hacerlo, se protege de la presión adicional que pueden generar los comentarios y opiniones de terceros.