La invasión rusa de Ucrania cumple 1.000 días con la mirada puesta en la llegada de Trump y las promesa de acabar con la guerra

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Cada fecha que se cumple en Ucrania es un golpe más a la herida de un país al que no le dejan levantar cabeza. Este marte la invasión rusa alcanza los 1.000 días de guerra con la situación en el terreno sufriendo importantes cambios, sobre todo en el frente del Donbás, donde las tropas rusas avanzan lentamente. Mientras, la diplomacia que se había estancado a la espera de la llegada de un nuevo presidente en Estados Unidos ha vuelto a ocupar las portadas de los medios de todo el mundo. Donald Trump asumirá el cargo a final de enero del año que viene y, con él, podrían producirse cambios en el devenir del conflicto. Las autoridades ucranianas miran hacia el oeste con una mezcla de incertidumbre y resignación, conscientes de que sin la ayuda estadounidense tendrán muy complicado aguantar en el campo de batalla; pero sin dar por el momento ninguna señal de que estén dispuestos hablar en una negociación sobre la perdida del terreno que Rusia ha ocupado.

A lo largo de este tiempo las pretensiones de Moscú han ido cambiando. Del intento de hacer caer la capital en pocos días se pasó a la aceptación de una guerra de desgaste que desde hace dos años ha convertido los frentes en lugares que, si no fuera por las imágenes de drones atacando a soldados, recuerdan más a la Primera Guerra Mundial que a un conflicto del siglo XXI. Rusia ha renunciado ya a conquistar todo el territorio ucraniano, pero continúa con la intención de mantener las provincias ocupadas (y anexionadas mediante un referéndum con escaso reconocimiento internacional). Crimea, Zaporiyia, Jersón, Donetsk y Lugansk siguen siendo terrenos en disputa para Rusia y lugares donde los bombardeos y los ataques entre ambos países son parte del día a día. 

Por otro lado, Kiev decidió hace varios meses pasar al ataque ocupando una pequeña parte de la provincia rusa de Krusk. El presidente, Volodímir Zelenski, pretendía que esto supusiera un llamamiento a la población rusa de que su país no estaba seguro y que este territorio sirviera como moneda de cambio en un futuro plan de paz. El otro objetivo de esto era que Rusia retirara a parte de sus soldados del Donbás para defender su territorito, algo que no ha ocurrido. Hoy el territorio del este de Ucrania está más ocupado que entonces. Rusia, conocedora de sus complicaciones para seguir reclutando soldados, ha decidido involucrar a su aliado, Corea del Norte, que ha enviado a más de 10.000 soldados para suplir ese esfuerzo bélico, internacionalizando una guerra que, por otro lado, en mayor o menor medida ya tenía a todo el mundo implicado.

Según datos de ACNUR, sólo desde agosto, unas 170.000 personas se han visto obligadas a huir de sus hogares en las regiones del este del país hacia otros lugares tanto dentro como fuera de sus fronteras. Estos 1.000 días de conflicto han provocado una de las peores crisis humanitarias que se recuerdan y  actualmente hay casi cuatro millones de desplazados dentro de Ucrania y 6,7 millones refugiados en otros países, entre los cuales unos 400.000 se trasladaron a otros lugares de Europa en los primeros siete meses de 2024.

“Aunque el frente pueda parecer estático, Rusia podría estar preparando alguna ofensiva. Sobre todo en el oblast de Dontesk”, asegura a 20minutos el general de división del Ejército de Tierra Jesús Argumosa Pila. Y es que en las últimas semanas las tropas del Kremlin están apuntando a Pokrovsk como su objetivo más jugoso, un nudo logístico del sureste de Ucrania y considerado la puerta de entrada a la región de Donetsk. La ciudad cuenta con una carretera y un sistema ferroviario clave para las tropas ucranianas, lo que podría complicar el abastecimiento en el frente de localidades como Chasiv Yar y Kostiantynivka. “Esta ofensiva rusa podría llegar antes de que Trump llegue a la Casa Blanca el 20 de enero”, apunta Argumosa.

¿Cuánto influirá la llegada de Trump?

“Yo no voy a iniciar ninguna guerra, las voy a parar”, dijo el presidente electo en su discurso tras ganar las elecciones. Durante toda la campaña el republicano incidió en que iba a terminar con la ayuda militar a Ucrania, ya que, desde su punto de vista, solo ayudaba a alargar un conflicto que dijo que podía hacerlo terminar antes incluso de tomar posesión. Su buena sintonía con Putin en el pasado y lo contactos con Zelenski han sido su mayor baza para vender esa idea de pacificador. Algo que puede que no sea tan sencillo cuando trate de sentar a ambos mandatarios en la mesa de negociación. 

El periódico The Washington Post publicó esta semana que un día después de ganar las elecciones, Trump y Putin hablaron telefónicamente, donde se habría abordado la cuestión de la guerra y el nuevo inquilino del Despacho Oval habría pedido no intensificar el conflicto. El equipo de Trump no se ha manifestado sobre esto, aunque el Kremlin salió a desmentir dicho contacto y en los últimos días ha lanzado varios ataques masivos sobre Ucrania. Produciéndose uno de los mayores intercambios de ataques con drones entre Rusia y Ucrania de toda la guerra.

“Los ataques contradicen cualquier pretensión de diplomacia por parte de Rusia”, afirmó el propio Zelenski el día de los ataques. “Ucrania necesita armas para defenderse del terrorismo ruso y un mayor apoyo mundial para que la diplomacia sea real y eficaz. Sin decisiones basadas en principios y un fuerte apoyo a Ucrania, Rusia no tendrá motivos para buscar la paz y seguirá eligiendo nuevos objetivos“, insistió el líder ucraniano, en un claro mensaje a Trump y sus pretensiones de reducir el apoyo económico y militar a su Ejército.

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“Con Trump nunca se sabe, porque es una especie de agente de caos. Si miramos su primer mandato dijo que iba a mejorar sus relaciones con Rusia en un tiempo récord y nunca lo hizo. Por lo tanto, una cosa son las declaraciones y otra cosa es cómo se ejecutan“, explica a este medio María José del Pozo, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. “Normalmente la política exterior de Estados Unidos no cambia, da igual que sea una administración republicana o demócrata. Donald Trump hizo varios cambios como aceptar la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental o el traslado de la sede de la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén y Joe Biden no lo cambió”, agrega.

Para la profesora de la UCM, lo que sí podría ocurrir es que, fruto del supuesto hartazgo por parte de la población norteamericana, se podría rebajar el nivel de las ayudas a Ucrania. “La guerra puede continuar con independencia de lo que haga Estados Unidos”, reconoce. Por lo menos un tiempo, ya que todavía está llegando el último gran paquete de ayudas aprobada por Biden y no está claro que el Gobierno de Zelenski vaya a acceder a sentarse bajo las condiciones que quiera forzar la nueva Administración estadounidense o que exponga Rusia, que inevitablemente contendrán la disputa territorial. 

Un futuro incierto

Para los expertos consultados Rusia tiene ahora el poder de negociación y se siente fuerte. Primero por los éxitos militares en el Donbás y después porque ha conseguido salvar la crisis de falta de soldados con la llegada de Corea del Norte, que le ha permitido mantener a sus mejores soldados en el este de Ucrania. Por lo tanto, si alguien quiere negociar ahora, ese no es Putin; que sentarse en la mesa de negociación, lo hará aplicando una alto coste para Ucrania. Pese al Plan de Paz presentado por Zelenski en octubre, el Kremlin mantiene los puntos de hace meses para hablar de un cese de las hostilidades: la neutralidad de Ucrania, el abandono de las tropas de las zonas que está ocupando en las cuatro provincias y cancelar todas las sanciones económicas que hay contra Rusia.

El pasado viernes el ministro de Defensa de Ucrania, Rustem Umérov, negó que Kiev esté dispuesto a ceder territorio a Rusia a cambio de garantizar seguridad y aseguró que la integridad del país es una “prioridad”. “Ante todo estamos luchando por valores como la libertad y los intereses nacionales y la integridad territorial es una parte de nuestros valores. Es nuestro país. Elegimos ser parte de la OTAN, de la Unión Europea, del mundo civilizado y eso es por lo que luchamos”, dijo. 

Para el general de división Argumosa esa ronda de negociación podría buscar frenar el conflicto sin cerrar la entrega inmediata de territorios, que se abordaría más adelante con mediación. En este sentido, asegura que “sería un fracaso y un fallo estratégico de cara al futuro entregar a Rusia todo el territorio ucraniano que ha conquistado”. “Hemos dejado que un país invada otro y le conquiste. Esto va contra todo el derecho internacional”, añade.

Con todo, los analistas militares y expertos consideran que será muy difícil que parte del territorio ocupado vuelva a manos ucranianas y que en una negociación se terminarán produciendo inevitablemente cesiones. “Aunque se pierda ese territorio, probablemente la situación de Ucrania hoy es mejor de la que era en febrero de 2022, cuando Rusia estaba a las puertas de Kiev y todo el mundo pensaba que el Ejército ucraniano iba a caer en muy poco tiempo y que Rusia iba a controlar gran parte o incluso todo el país”, apunta la profesora de la UCM.

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“La situación es muy peligrosa, está empezando el invierno y puede haber una cierta congelación de las líneas del frente, lo que podría dar cierto oxígeno a Ucrania. Pero eso no significa que el elefante en la habitación no sigua ahí. Tarde o temprano habrá que sentarse a negociar“, sentencia Pérez del Pozo. 



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