La Unión Europea tiene muchos problemas con la vuelta de Donald Trump al poder. Retos, si se quiere ser amable. Y muchos de ellos se van a jugar en las redes sociales, sobre todo en X (antes Twitter) dado el papel que tendrá su dueño, Elon Musk, en el nuevo Gobierno de Estados Unidos. No es una sorpresa, pero sí que abre una nueva etapa en el que las grandes tecnológicas favorables al magnate se van a convertir en un campo de batalla entre la UE y Estados Unidos; la primera, una potencia regulatoria. Los segundos, capaces de lanzar órdagos en forma de aranceles y de mucha presión estratégica.
Así de claro ha sido el futuro vicepresidente estadounidense, JD Vance: no habrá aranceles contra Europa siempre y cuando la Unión permita que se campe a sus anchas en X, algo de lo que también dependerá su apoyo a la OTAN. Pero la UE cuenta con potentes normas para ‘vigilar’ a Musk y sus planes, como son la Ley de Servicios Digitales y la Ley de Mercados Digitales (DSA y DMA, por sus siglas en inglés). En ese punto, de hecho, tendrá un papel clave Teresa Ribera, futura comisaria europea de Competencia y por tanto ‘azote’ de las grandes tecnológicas como Amazon, Meta, Google o lo que un día fue Twitter.
Trump se fue de Twitter en parte por ese control de la UE y bajo los avisos del comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, que cruzó importantes avisos con el propio Musk. Ahora Vance considera que tienen la sartén con el mango. “Así que lo que Estados Unidos debería decir es: si la OTAN quiere que sigamos apoyándoles y la OTAN quiere que sigamos siendo un buen participante en esta alianza militar, ¿por qué no respetan ustedes los valores estadounidenses y respetan la libertad de expresión?“, sostuvo el vicepresidente en una reciente entrevista.
La UE lleva años asumiendo que Twitter, y más ahora de la mano de Musk, es un elemento desestabilizador, con auges de delitos de odio, por ejemplo. Desde Washington tienen cogido el camino contrario, pese a que cualquier elemento desestabilizador se pueda colar en temas como la invasión rusa de Ucrania, aunque ahí Trump también parece ir en dirección contraria a Europa (aunque todavía no se ve con hechos). Una buena muestra de la importancia de X en ese asunto es el hecho de que Musk se pusiera al teléfono con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en la primera llamada entre este y el presidente electo de Estados Unidos.
“Lo que probablemente parezca es algo así como que la actual línea de demarcación entre Rusia y Ucrania se convierta en una zona desmilitarizada, fuertemente fortificada para que los rusos no vuelvan a invadirla“, expuso Vance en la entrevista, dejando caer que la vía de EEUU pase por posibles cesiones territoriales de Kiev a Moscú, algo que Europa nunca ha contemplado. Vance, de hecho, ha sido uno de los senadores más contrarios a que EEUU siguiera suministrando apoyo a Ucrania. En ese respaldo, con todo, la OTAN sigue siendo un elemento decisivo y quien la lidera de facto es Washington.
Ucrania y la desinformación
En ese punto, el mensaje de Vance se dirigió no solo a la Alianza Atlántica, sino también a la UE. “No voy a ir a un país atrasado a decirles cómo tienen que vivir sus vidas”, añadió el próximo vicepresidente, mano derecha de Trump. “Pero los países europeos deberían en teoría compartir los valores estadounidenses, especialmente sobre algunas cosas muy básicas como la libertad de expresión”.
Ribera tiene que tomar nota como nueva comisaria de Competencia. La lucha es geopolítica, no solo tecnológica: hay que competir con Estados Unidos y China. “No hay un Google europeo, pero ese no es el verdadero problema. Hay que sentar unas bases para que la UE sea competitiva”, concluyen las fuentes; esa guía ya está también incluida en el informe Draghi. Andrea G. Rodríguez, investigadora asociada del Centro de Estudios de Política Europea (CEPS), comenta que esa competitividad pasa por la inversión, la capacidad de innovación y relevancia.
“Entonces, cuando hablamos de competitividad en la Unión Europea, sobre todo se está hablando de dos maneras. La primera manera es en temas emergentes, pues en aquellos mercados que van a ser cada vez más relevantes, como puede ser el tema de la inteligencia artificial. Y luego también la Unión Europea habla también de competitividad en términos de autonomía estratégica“, desarrolla. Esa autonomía solo se podrá lograr si la UE se despega de EEUU en materia de Defensa, por ejemplo, pero eso no quiere decir que “tenga que renunciar a sus normas”, repiten en Bruselas. Pragmatismo sí, colaboración cuando toque, también. Pero no ingenuidad, insisten los líderes desde que las elecciones estadounidenses devolvieron a Trump a la Casa Blanca.
No hay un Google europeo, pero ese no es el verdadero problema. Hay que sentar unas bases para que la UE sea competitiva
La batalla respecto a Twitter está servida y viene de hace ya unos meses. Por ejemplo, a finales de 2023 la Comisión Europea anunció un procedimiento de infracción formal contra X al considerar que no cumple con la normativa de la Ley de Servicios Digitales y que potenciaba la desinformación, sobre todo en lo referente precisamente a Ucrania o incluso respecto a las elecciones europeas que se celebraron el pasado mes de junio. “La apertura del procedimiento significa que ahora vamos a investigar los sistemas y políticas de X relacionadas con algunas infracciones sospechosas”, apuntó entonces Bruselas.
Bruselas ha señalado a la antigua Twitter por no cumplir con sus obligaciones en relación con la lucha contra la difusión de contenidos ilegales en la UE. En particular, la Comisión Europea se centra en la evaluación de riesgos y en el funcionamiento del sistema de notificación de contenidos. Además, la Comisión expresa dudas sobre el reciente servicio de verificación de usuarios, conocido como “notas de la comunidad”, y critica otras políticas de la plataforma que, según ella, no son suficientes para mitigar los riesgos para el discurso público y los procesos electorales.
La Administración Trump quiere ahora que todo eso se borre; que no existan controles. Y lo quiere en base a amenazas: si hay vigilancia no hay dinero y puede haber aranceles. La Ley de Servicios Digitales (DSA) y la Ley de Mercados Digitales (DMA) forman un conjunto único de normas aplicables en toda la UE. Tienen dos objetivos principales: “crear un espacio digital más seguro” en el que se protejan los derechos fundamentales de todos los usuarios de servicios digitales. Y también establecer unas condiciones equitativas para fomentar la innovación, el crecimiento y la competitividad, tanto en el Mercado Único Europeo como a escala mundial. En esa escala no entran ni Trump ni Musk, que quieren carta blanca… la UE tendrá que decidir si va al choque. Y quizá Ribera tenga la última palabra.