La prevalencia global de la diabetes se ha disparado, afectando a más de 800 millones de personas en todo el mundo, casi el doble de las cifras previas estimadas. Publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet, este hallazgo destaca que el 14% de la población mundial adulta padece diabetes, una cifra que casi duplica la prevalencia estimada de un 7% en 1990.
Según el estudio, el crecimiento de la enfermedad está impulsado principalmente por el aumento de casos en países de ingresos bajos y medios, donde el acceso a tratamientos efectivos es limitado.
El análisis, liderado por la NCD Risk Factor Collaboration y la Organización Mundial de la Salud (OMS), incluyó datos de más de mil estudios, abarcando a un total de 140 millones de personas de diferentes países.
A través de esta investigación exhaustiva, los científicos lograron ofrecer una visión global de la diabetes, considerando no solo su prevalencia, sino también las tasas de tratamiento, que muestran una desigualdad considerable entre países de distintas capacidades económicas.
En 2022, el estudio estimó que 828 millones de adultos mayores de 18 años vivían con diabetes tipo 1 y tipo 2, con una proporción impactante de afectados sin recibir tratamiento adecuado. En el grupo de personas mayores de 30 años, cerca de 445 millones, o el 59%, no accedían a ninguna forma de tratamiento, exponiéndolos a riesgos elevados de complicaciones graves.
Estas cifras contrastan con estimaciones anteriores de la OMS, que rondaban los 422 millones de personas, lo que pone de manifiesto la velocidad de propagación de la diabetes y la urgencia de medidas de salud pública a nivel global.
El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, expresó una profunda preocupación ante el incremento de casos revelado por el estudio. “El aumento de la diabetes es alarmante. Para controlar esta epidemia, los países deben tomar acciones urgentes y decisivas”, enfatizó,.
Además, destaca la necesidad de políticas de salud que promuevan hábitos alimenticios saludables y actividad física, así como la construcción de sistemas de salud sólidos para la prevención, detección y tratamiento de esta enfermedad.
La diabetes es una enfermedad crónica que afecta la capacidad del organismo para regular los niveles de azúcar en sangre. Si no se trata, puede provocar complicaciones graves como enfermedades cardiovasculares, daño en los nervios, y problemas en los riñones y otros órganos.
Para diagnosticarla, el estudio utilizó dos pruebas estandarizadas: los niveles de glucosa en ayunas y la hemoglobina glucosilada. Los autores del estudio explicaron que el uso de ambas pruebas fue crucial para evitar subestimar la prevalencia en regiones como el sur de Asia, donde la medición exclusiva de glucosa en ayunas podría no detectar algunos casos de diabetes.
Uno de los aspectos más revelados en el estudio es que, aunque el análisis no distinguió entre los tipos 1 y 2 de diabetes, las evidencias previas sugieren que la gran mayoría de los casos son de diabetes tipo 2.
Esta variante de la enfermedad suele estar asociada con factores de estilo de vida como la obesidad y una alimentación deficiente, lo que sugiere que las estrategias de prevención y concienciación en cuanto a la nutrición y el ejercicio pueden jugar un papel fundamental en la reducción de su prevalencia.
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