Cuando todos los fantasmas que han perseguido a Cruz Azul de fallar a la hora buena, apareció Ángel Sepúlveda para anotar un agónico gol que permitió a la Máquina Celeste evitar una cruzazuleada al empatar 1-1 con Tigres y así imponer una nueva marca de más puntos en la Liga MX.
Porque cuando el defensa argentino Gonzalo Piovi cometió un error infantil sobre Uriel Antuna que dio paso al gol de penal del argentino Nicolás Ibáñez, todos los temores y miedos de los aficionados celestes inundaron las tribunas del estadio de la Ciudad de los Deportes con la idea de que tendrían que aceptar la derrota de 0-1 en el minuto 87.
Pero nadie pensó que en el minuto 90+7, cuando el árbitro Adonai Escobedo casi pitaba el final del juego, llegó Sepúlveda desde el costado izquierdo para lanzarse de palomita y conectar el centro del uruguayo Ignacio Rivero que superó la marca de Diego Reyes y Javier Aquino para vencer al portero argentino Nahuel Guzmán y dar paso al increíble empate.
Una jugada sacada de ripley que se convirtió en el resultado que toda la afición cementera esperaba para festejar el nuevo récord de 42 puntos en la modalidad de 17 jornadas, superando los 41 del mismo Cruz Azul en el torneo Clausura 2021 y del León en el Clausura 2019.
Si bien es cierto que quedó pendiente para la Máquina superar los 43 puntos del América del torneo Apertura 2002, la realidad es que en esta temporada con este final no apto para cardíacos tuvo la cereza en el pastel y la motivación para ir por el ansiado décimo título en la historia del fútbol de México.
Justicia divina
La realidad es que el gol de Sepúlveda representó la justicia divina en un partido controlado por el Cruz Azul en casi todos los 90 minutos, pues salvo el inicio de las hostilidades en que Tigres le puso intensidad a las acciones, la realidad es que a partir de la salida del francés André-Pierre Gignac en el minuto 10, decidieron replegarse y apostar por el empate.
Entonces la Máquina Celeste fue la que hizo el gasto, jugando con un esquema diferente adelante, con dos nueves, aprovechando que su principal armador el argentino Lorenzo Faravelli, con lo cual tuvieron presencia ofensiva, pero con poca generación en mediocampo, sobre todo porque Luis Romo parece sobrado en muchas acciones.
Pero aún con todos esos factores, el Cruz Azul tuvo las opciones más claras de poder anotar y ponerse arriba en el marcador, pero el griego Giorgios Giakoumakis y el propio Ángel Sepúlveda no anduvieron finos en casi todo el juego, mientras que Carlos Rotondi tampoco tuvo su mejor encuentro.
Esto dio como resultado que el duelo fuera desarrollándose con un esquema que Tigres se conformó y no fue hasta el minuto 87 cuando después del error arbitral de Adonai Escobedo en no otorgar un tiro de esquina al reanudar el juego después de checar si había penalty a favor de Cruz Azul por supuestas manos de Diego Reyes.
La evidencia demostró que no había tiro en contra de los felinos, pero reanudó con bote a tierra a favor de los felinos y en un despeje de Nahuel Guzmán puso a Uriel Antuna en el área ganándole la jugada a Gonzalo Piovi para que marcaran penal que el argentino Ibáñez convirtió en gol y puso a Cruz Azul contra la pared.
Se acabaron los fantasmas
Justo en ese momento aparecieron los fantasmas para Cruz Azul, que trató desesperadamente en buscar el empate, pero sus precipitaciones jugaron en su contra, hasta que casi ya por pitar el final el árbitro Escobedo llegó el centro de Rivero y el remate milagroso de Sepúlveda que acabó con los fantasmas y puso al delantero como sublíder de goleo y a la Máquina Cementera con el récord de puntos en su bolsa.
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