Tras tres años de una separación agotadora, finalmente logré un sueño que había permanecido en mi corazón durante mucho tiempo: celebrar el cumpleaños de mi hijo a su lado. Pero en las profundidades de esta alegría se encuentra una profunda tristeza. La distancia que existe entre nosotros no es solo física, sino también mental y emocional. Pese a tener finalmente la oportunidad de estar juntos, la realidad es que no puedo imaginar a mi hijo corriendo hacia mí con todo su cariño, experimentando ambos el amor maternal del que nos hemos visto privados todos estos años.
Hijo mío, tu cumpleaños fue uno de los días más importantes de mi vida. En el momento en que te abracé por primera vez, recién nacido, me llenó la sensación nueva y única de ser madre. Este sentimiento puro supuso un gran cambio para mí. Pero desafortunadamente no duró mucho. Nos separamos muy rápido.
Quizás uno de los mayores arrepentimientos de mi vida es no haber podido pasar a tu lado grandes momentos como el primer día de escuela, los días de juego y alegría, o incluso los momentos de tristeza y llanto. No podía ver tus primeros pasos en el camino hacia el crecimiento y el éxito. No podía estar allí a tu lado con orgullo y amor. Todas esas vivencias me fueron arrebatadas, también a ti.
Estábamos muy separados, no solo en términos de distancia, sino emocionalmente. Quería estar contigo en cada llanto, en cada risa, pero fue imposible no por nuestra voluntad, sino por circunstancias sobre las que no teníamos ningún control.
Hoy , sin embargo, creo que esta separación puede haber terminado, tal vez muy pronto podamos volver a estar juntos y compensar todos los momentos que perdimos, aunque sé que esta separación y esta herida profunda siempre estarán con nosotros. No podemos ignorar todos esos años perdidos, pero espero que llegue el día en que pueda abrazarte y sentir nuestra conexión.
Esta mañana, mientras caminaba hacia el trabajo, me llamó la atención un vídeo en TikTok. En él, Shakira, la famosa cantante, abrazaba a sus hijos y ellos la besaban. Esta escena me apretó el corazón de una manera extraña. Mis lágrimas fluyeron involuntariamente. Me dije: “¿Por qué no puedo abrazar a mis hijos como otras madres?”.
¿Llegará un día en que mis hijos vendrán a mí y me abrazarán, sin miedo ni ansiedad? ¿Llegará el día en que ya no necesite documentos para demostrar a los demás que soy su madre? Me siento impotente y con las manos vacías, luchando por demostrar mi maternidad.
Hijo mío, ahora tienes 10 años y yo no he podido estar contigo. Este dolor siempre me ha acompañado. Pero a pesar de todas las dificultades aún tengo la esperanza de recuperar todos estos años perdidos, de que podamos empezar una nueva vida juntos.
El dolor de la separación es algo que ninguna madre debería experimentar. Nunca dejaré de luchar. Nunca me rendiré esperando el día en que podamos vivir juntos con tus hermanos. Siempre te he tenido en mi corazón.