La victoria de Donald Trump en las presidenciales en Estados Unidos y su vuelta al poder agitan a todo el mundo. Y hay reacciones para todos los gustos que van desde la alegría de Benjamin Netanyahu y de Israel, pasando por la cautela en China hasta la indiferencia casi total en Irán. Mientras, Turquía cree que es una “buena oportunidad” el triunfo del magnate “para rebajar las tensiones” tanto en Ucrania como en Oriente Medio. Por lo pronto, habrá que esperar a enero, pero los actores internacionales ya se preparan para la era Trump 2.0.
Sí queda bastante claro que Trump se alineará con Israel en su guerra ante Hamás, y eso perjudica la situación en Palestina. Así lo da por hecho un Netanyahu muy contento con el cambio en EEUU, incluso pese a que Biden también ha estado a su lado desde el inicio del conflicto. “Su histórica vuelta a la Casa Blanca ofrece un nuevo inicio para Estados Unidos y un poderoso nuevo compromiso con la gran alianza entre Israel y Estados Unidos”, sostuvo el primer ministro israelí, que fue uno de los primeros en reaccionar al resultado electoral.
Es, para Netanyahu, “el mayor retorno de la historia”. Una vuelta que también ha tenido reacción por parte de Hamás, que le pide a Trump que deje de estar “ciego” en su apoyo a Israel. “Nuestra postura sobre la nueva Administración estadounidense depende de sus posiciones y comportamiento en la práctica hacia el pueblo palestino, sus derechos legítimos y su justa causa“, ha dicho la organización terrorista en un comunicado. Quieren, además, “un trabajo real para poner fin a la guerra de exterminio y agresión contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza y en Cisjordania”.
No hay esa efusividad ni mucho menos por parte de Pekín, que incluso espera choques comerciales con Estados Unidos, sobre todo teniendo en cuenta las tensiones que ya hubo en el anterior mandato del magnate. El gigante asiático, de momento, prefiere “no hacer hipótesis” sobre la futura relación con Washington y asegura que “respeta” el resultado de las urnas. La portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Mao Ning, asume que esos contactos “están en un punto muy bajo” y espera que la nueva etapa se “de respeto mutuo, coexistencia pacífica y una cooperación que ofrezca ventajas para ambas partes”. No ha habido menciones por ahora a una guerra comercial, aunque el riesgo de la misma parece bastante real según los expertos.
Como si nada hubiera pasado se comporta Irán. La potencia asiática dice que “no hay preocupación” con la vuelta de Trump, con quien las tensiones nucleares fueron en aumento con la salida de Estados Unidos del acuerdo nuclear durante su primer mandato. Ahí la mediación fue de la UE, pero las conversaciones podrían no retomarse ahora. “No importa quién se convierta en presidente en Estados Unidos, ya que nuestros planes ya han sido adoptados”, expuso ante la prensa la portavoz del Ejecutivo iraní, Fatemé Mohajerani.
Asimismo, en el marco del conflicto en Oriente Medio precisamente la Guardia Revolucionaria de Irán lanza una advertencia. “No consideramos improbable un ataque preventivo por parte de Estados Unidos y el régimen sionista para impedir que Irán lleve a cabo su operación de respuesta a Israel”, avisó el subcomandante Alí Fadavi. “Tenemos armas suficientes”, concluyó. Esta posibilidad, en cambio, no parece cercana: “No hemos perdido el tiempo a la hora de trabajar en este campo. La geografía del régimen sionista es pequeña y tenemos un archivo con objetivos importantes e influyentes”.
“Teniendo en cuenta el historial de sanciones durante las últimas cuatro décadas, Irán les ha hecho frente y no está preocupado por una reelección de Trump, ya que no supone una diferencia con la otra persona”, en referencia Joe Biden. Además, la potencia dice estar “preparada para afrontar” nuevas medidas coercitivas si Washington decide aumentar los choques.
Turquía entra, por su lado, en una fase de cierto optimismo sobre el papel de Estados Unidos en el mundo. Recep Tayyip Erdogan calificó a Trump como “un amigo” y espera que ayude a “acabar con las guerras”, a través de un papel “constructivo” en el contexto internacional actual. Ese pronunciamiento es relevante en tanto en cuanto el país otomano es a la vez miembro de la OTAN, actor clave para Oriente Medio y ha intentado ejercer de mediador, sin efectos, en la invasión rusa de Ucrania.