Quincy Jones, cuyo vasto legado abarca desde la producción del histórico álbum “Thriller” de Michael Jackson hasta la composición de premiadas partituras para cine y televisión y la colaboración con Frank Sinatra, Ray Charles y cientos de otros artistas discográficos, ha fallecido a los 91 años de edad
El publicista de Jones, Arnold Robinson, dice que murió el domingo por la noche en su casa de la sección Bel Air de Los Ángeles, rodeado de su familia.
“Esta noche, con el corazón lleno pero roto, debemos compartir la noticia del fallecimiento de nuestro padre y hermano Quincy Jones”, dijo la familia en un comunicado. “Y aunque es una pérdida increíble para nuestra familia, celebramos la gran vida que vivió y sabemos que nunca habrá otro como él”.
Jones pasó de correr con bandas en el South Side de Chicago a lo más alto del mundo del espectáculo, convirtiéndose en uno de los primeros ejecutivos negros en prosperar en Hollywood y dejando tras de sí un vasto catálogo musical que incluye algunos de los momentos más ricos de la canción y el ritmo estadounidenses.
Jones estuvo en compañía de presidentes y líderes extranjeros, estrellas de cine y músicos, filántropos y empresarios. Hizo giras con Count Basie y Lionel Hampton, arregló discos para Sinatra y Ella Fitzgerald, compuso las bandas sonoras de “Roots” y “In the Heat of the Night”, organizó la primera celebración inaugural del Presidente Clinton y supervisó la grabación de “We Are the World”.
En una carrera que comenzó cuando los discos aún se escuchaban en vinilo a 78 rpm, destacar un trabajo parece injusto.
Pero es probable que el honor recaiga en sus producciones con Jackson en “Off the Wall”, “Thriller” y “Bad”, álbumes universales por su estilo y atractivo.
La versatilidad e imaginación de Jones encajan a la perfección con el talento desbordante de Jackson en su sensacional transformación de estrella infantil a “Rey del Pop”.
En temas clásicos como “Billie Jean” y “Wanna Be Startin ‘Somethin'”, Jones y Jackson recurrieron a la música disco, el funk, el rock, el pop, el R&B, el jazz y los cantos africanos.
Para “Thriller”, algunos de los toques más memorables partieron de Jones, que reclutó a Eddie Van Halen para un solo de guitarra en la desafiante “Beat It” y trajo a Vincent Price para una macabra voz en off en la canción principal.
“Thriller” vendió más de 20 millones de copias sólo en 1983, ayudó a Jackson a convertirse en el primer gran artista negro en tener un vídeo en la MTV e influyó en innumerables artistas.
La lista de sus honores y premios llena 18 páginas en su autobiografía de 2001 “Q”: 28 Grammys (de 80 nominaciones), un Oscar honorífico y un Emmy por “Roots”.
También recibió la Legión de Honor de Francia y el Premio Rudolph Valentino de la República de Italia. En 2001, Jones fue nombrado Kennedy Center Honoree por su contribución a la cultura estadounidense.
En 1990 se rodó el documental “Listen Up: The Lives of Quincy Jones”, y sus memorias le convirtieron en un autor superventas.
“A pesar de todos los Grammy y los premios especiales y testimonios que otorga la madurez, siempre serán los valores que llevas dentro -de trabajo, amor e integridad- los que tienen el mayor valor, porque son los que te hacen salir adelante con tus sueños intactos, tu corazón firme y tu espíritu preparado para otro día”, escribió en su libro.
Nacido en Chicago en 1933, Jones citaba los himnos que su madre cantaba en casa como la primera música que recordaba.
Pero recordaba con tristeza su infancia y le decía a Oprah Winfrey: “Hay dos tipos de personas: las que tienen padres o cuidadores que les cuidan y las que no. No hay nada intermedio”.
La madre de Jones sufría problemas emocionales y acabó ingresada en una institución, una pérdida que hizo que a Quincy el mundo le pareciera “sin sentido”.
Pasó gran parte de su tiempo en Chicago en la calle, con bandas, robando y peleándose.
La música era su pasión y, casi literalmente, su salvación. De niño, se enteró de que un vecino de Chicago tenía un piano y pronto lo tocó él mismo constantemente.
Su padre se trasladó al estado de Washington cuando Quincy tenía 10 años y su mundo cambió en un centro recreativo del barrio.
Jones y unos amigos habían entrado en la cocina y se habían servido tarta de merengue de limón cuando Jones se fijó en una pequeña habitación cercana con un escenario. En el escenario había un piano.
“Me acerqué, me detuve, me quedé mirando y luego lo toqué un momento”, escribió en su autobiografía. “Ahí empecé a encontrar la paz. Tenía once años. Supe que esto era para mí. Para siempre”.
En pocos años ya tocaba la trompeta y entabló amistad con un joven músico ciego llamado Ray Charles, que se convirtió en su amigo para toda la vida.
Tenía talento suficiente para ganar una beca en el Berklee College of Music de Boston, pero la abandonó cuando Hampton le invitó a hacer una gira con su banda.
Jones trabajó como compositor independiente, director de orquesta, arreglista y productor. En su adolescencia fue telonero de Billie Holiday. A los veintitantos, ya estaba de gira con su propia banda.
“Teníamos la mejor banda de jazz del planeta, pero nos moríamos de hambre”, declaró Jones a la revista Musician. “Fue entonces cuando descubrí que existía la música y existía el negocio de la música.
Si quería sobrevivir, tendría que aprender la diferencia entre ambos”.
Le sobreviven la actriz Rashida Jones y otras cinco hijas: Jolie Jones Levine, Rachel Jones, Martina Jones, Kidada Jones y Kenya Kinski-Jones; su hijo Quincy Jones III; su hermano Richard Jones y sus hermanas Theresa Frank y Margie Jay.
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