Santo Domingo RD–Cada vez que se presenta un fenómeno atmosférico, los residentes que habitan en las cercanías del Río Ozama experimentan una sensación de miedo y ansiedad, reviviendo en sus memorias los trágicos eventos que han marcado su historia, especialmente aquellos momentos que han dejado profundas cicatrices en la comunidad.
Este temor se intensifica notablemente cuando las fechas críticas se acercan, como es el caso del 4 de noviembre de 2022, un día que se grabó con tinta roja en la memoria colectiva de los dominicanos.
Aquella jornada se caracterizó por torrenciales lluvias que no solo causaron una gran cantidad de muertes, sino que también dejaron a su paso un devastador rastro de destrucción que afectó a innumerables familias y devastó bienes materiales, poniendo en jaque la capacidad de recuperación de la región y dejando un impacto duradero en sus habitantes.