una dinámica binaria y solo una década monocolor

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Arranca la cuenta atrás para las sexagésimas elecciones de EEUU. Este martes los estadounidenses están llamados a votar en los comicios presidenciales que decidirán quién relevará a Joe Biden en la Casa Blanca durante los próximos cuatro años: su ‘número dos’ y sustituta demócrata, Kamala Harris, o su predecesor, el expresidente republicano Donald Trump.

La historia electoral estadounidense ha estado siempre marcada por un sistema prácticamente bipartidista, debido a la rigidez del reparto de votos electorales (quien gana la elección en cada estado, aunque sea por un solo voto, se lleva todos los votos electorales de ese estado). Un modelo que ha dejado una dinámica casi binaria de voto y un recurrente turnismo presidencial entre candidatos del Partido Demócrata y el Partido Republicano desde mediados del siglo XIX, sin excepciones.

El histórico de las urnas presidenciales ponen de manifiesto una tendencia hacia resultados más ajustados. Una realidad electoral respaldada por la dificultad de los sondeos estadounidenses de dar un claro ganador. En los 80, hubo tres gobiernos consecutivos. Después, les siguieron tres periodos presidenciales de dos mandatos, que finalmente fueron interrumpidos por las últimas elecciones que en 2020 no permitieron a Trump seguir en el cargo. Así ha evolucionado el voto de los ciudadanos estadounidenses desde la década de los 80:

Los años 80: la década de Ronald Reagan

Las elecciones estadounidenses de 1980 enfrentaron las candidaturas del republicano Ronald Reagan, y el entonces presidente demócrata Jimmy Carter, que se presentaba a la reelección tras cuatro años al frente del Gobierno. Pero su cargo de gobernante no hizo más llana su carrera para mantenerse en la Casa Blanca. Al contrario, el resentimiento de la economía del país marcada por una inflación récord, los efectos de la crisis del petróleo y la complicada política exterior con Rusia e Irán, azotada por la crisis de los rehenes en Teherán, empeoraron significativamente la imagen de su Administración.

Ronald Reagan fue el 40° presidente de los Estados Unidos desde 1981 a 1989.
Ronald Reagan fue el 40° presidente de los Estados Unidos desde 1981 a 1989.
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La sociedad estadounidense eligió en aquellos comicios de 1980 desbancar al demócrata y darle la presidencia a Reagan, que obtuvo 489 votos electorales frente a los 49 que recibió Carter. Un apoyo -y brecha de apoyos- que se hizo más acusado en las siguientes elecciones presidenciales de 1984, cuando la alternativa demócrata del exvicepresidente Walter Mondale cayó a los 13 votos electorales y el republicano alcanzó el mejor resultado de la historia de su partido, con 525 de los 538 votos electorales, ganando en 49 de los 50 estados.

La reelección de la Administración Reagan, con George H. W. Bush como vicepresidente, estuvo posibilitada por el voto masivo de las clases medias, que premiaron la recuperación de la economía del país, confiando en que el presidente prosiguiese su segunda fase de programa de reaganomics. A la reducción de impuestos, Reagan añadió recortes en el gobierno federal, un mayor gasto público en defensa y una postura más firme contra la Unión Soviética mediante la Doctrina Reagan.

1988-1992: Bush toma el legado en un periodo clave

Tras la presidencia de Reagan de 1980 a 1988, el republicano decía adiós a la Casa Blanca a causa del límite máximo legal de dos cargos de cuatro años por presidente que establece la XXII enmienda a la Constitución, ratificada en 1951. El vicepresidente George H. W. Bush, nuevo candidato de los conservadores, supo capitalizar la gobernanza de Reagan y fue elegido presidente en 1988 con 426 votos electorales, mientras los demócratas se recuperaban del batacazo histórico de 13 escaños de 1984, subiendo hasta los 111. Comenzaba entonces el tercer mandato consecutivo de los republicanos, algo que no ocurría desde 1928.

Bush centró en especial su mandato en la postura internacional del país. Durante este periodo, se produjo la desintegración de la URSS y la caída del Muro de Berlín, pero la Administración abrió su estrategia en otros continentes con la invasión estadounidense de Panamá o el comienzo de la guerra del Golfo contra el Irak de Sadam Husein. Sin embargo, la cuestión doméstica le fue desfavorable y fue criticado por no saber hacer frente a la recesión económica y romper su promesa de “nada de impuestos nuevos”.

Años 90 de Clinton y los demócratas

En las elecciones de 1992 y 1996, dos tendencias electorales se rompieron. Primero, los demócratas recuperaron la presidencia y pusieron fin a 12 años consecutivos de gobiernos republicanos; y segundo, terminó la etapa de las victorias aplastantes, con resultados mucho más ajustados desde entonces hasta hoy.

Bill Clinton junto a su mujer Hillary en enero de 2001.
Bill Clinton junto a su mujer Hillary en enero de 2001.
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El demócrata Bill Clinton ganó ambos comicios con 370 y 379 votos electorales respectivamente, el primero contra el expresidente Bush y el segundo contra el Senador por Kansas, Bob Dole. Clinton afianzó y reafianzó su confianza al conseguir una gran bonanza económica para el país, mediante la eliminación del déficit y el camino hacia un superávit, y la contención de los precios. También puso el foco en la salud, proponiendo un plan de atención médica universal bloqueado por la Cámara de Representantes, de mayoría republicana por primera vez en cuatro décadas. 

Pese a los avances en la cuestión económica, Clinton cargó con el descrédito de haber nombrado a su mujer, Hillary Clinton, como presidenta del grupo de trabajo del plan sanitario; pero especialmente por el escándalo Lewinsky, que trascendió en 1998, por una relación sexual del presidente con una becaria de 22 años de la Casa Blanca, Monica Lewinsky.

Años 2000: vuelta a los Bush

Las elecciones presidenciales del año 2000 cambiaron el color del Gobierno y dieron la victoria al republicano George W. Bush (hijo del expresidente George H. W. Bush) frente al exvicepresidente demócrata Al Gore. Fueron las elecciones más ajustadas de la historia reciente (271 frente a 266 votos electorales), y más polémicas por el conteo de votos en Florida, que decidieron las elecciones por unos cientos de papeletas. Así, los comicios destacaron por otorgar la presidencia a una candidatura menos respaldada en votos totales (Gore obtuvo medio millón de votos más que Bush), pero más afortunada en el reparto de votos por estado. Una asimetría que llevaba sin producirse desde 1888.

Los dos expresidentes George H.W. Bush y George W. Bush.
Los dos expresidentes George H.W. Bush y George W. Bush.
EFE

A pocos meses de tomar el cargo en 2001, el republicano tuvo que lidiar con los atentados terroristas del 11-S y dar una respuesta de la Casa Blanca. La Administración Bush decidió iniciar una guerra contra el terror, que trajo actividades militares en Oriente Medio, un intenso conflicto con Irak y el  derrocamiento de Sadam Husein. Se creó así la conocida como Doctrina Bush o Doctrina de Agresión Positiva, que proclamaba el derecho a una guerra preventiva ante meras sospechas.

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En 2004, Bush revalidó su presidencia tras un reñido escrutinio (286-251) ante el senador demócrata John Kerry. Este segundo mandato, en el que la postura internacional de EEUU empezaba a complicar la popularidad del presidente, tuvo como piedra angular la complicada situación económica del país, que sentía un largo periodo de recesión marcado por la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera de 2007.

2008-2016: la era Obama

Barack Obama, durante la rueda de prensa.
Barack Obama, durante la rueda de prensa.
EFE

Tras las elecciones presidenciales de noviembre de 2008, Barack Obama se erigió como gobernador al obtener 365 votos electorales frente a los 173 del senador republicano de Arizona, John McCain, que tomaba el relevo de Bush. Obama revalidó después su cargo en los comicios de 2012 con un resultado algo más ajustado, con 332 votos, ganando esta vez al exgobernador de Massachusetts, Mitt Romney.

El demócrata tomó la gobernanza del país con el legado de una economía muy dañada y puso en marcha políticas de estimulación de la economía en 2009, cuando se comenzó a recuperar la situación del empleo. Durante sus mandatos, Obama, primer presidente afroamericano de EEUU, propulsó avances sociales como el matrimonio igualitario y reforzó su compromiso con el colectivo LGTB, por ejemplo, en las Fuerzas Armadas. Además, apostó por la lucha contra el cambio climático y por el refuerzo del sistema sanitario con el llamado Obamacare para un acceso total de la población a los seguros de salud.

Su Administración se vio favorecida además por el despliegue estratégico del Ejército en las guerras de Irak y Afganistán y la consecuente eliminación de Osama bin Laden, fundador de Al Qaeda. Sin embargo, Obama -Premio Nobel de la Paz en 2009- fue criticado por incumplir su promesa de terminar con las guerras y recordado por ser el primer presidente de EEUU en gobernar dos periodos completos sin un solo día sin guerra.

2016: sorpresiva victoria de Trump

Terminado el mandato de Obama, Hillary Clinton se presentó como primera candidata mujer en aspirar a la Casa Blanca por el lado demócrata. Sin embargo, el magnate y favorito de los republicanos, Donald Trump, hizo cambiar el color del Gobierno tras campaña electoral muy difusa que protagonizó con el lema “hacer a los Estados Unidos grande otra vez” y una victoria muy reñida que los sondeos apenas predecían. 

Donald Trump en un video lanzado el 21 de noviembre de 2016.
Donald Trump en un video lanzado el 21 de noviembre de 2016.
Youtube: Transition2017

Trump se convirtió en el primer presidente no político en gobernar EEUU desde Eisenhower (años 50) y el segundo en la historia reciente en ganar las elecciones recibiendo   (Clinton obtuvo 3 millones más de votos que Trump), después de Bush en los comicios del año 2000. El republicano centró su mandato en luchar contra la inmigración ilegal -con la construcción de un muro fronterizo con México-, eliminar la destinación de fondos a los programas de cambio climático de la ONU -salió de los Acuerdos de París-, crear empleo, reducir los impuestos e iniciar una guerra comercial con China mediante más aranceles, entre otros asuntos.

En el plano internacional, Trump prometió durante su campaña una política exterior pusiese a “EEUU primero”, continuando las operaciones militares en Siria y Afganistán y elevando el tono contra líderes de otros países como el de Corea del Norte, Kim Jong-un, a quien dijo que tenía un “botón nuclear más grande y más poderoso”.

Las políticas de Trump y su tono desafiante trajeron el descontento de parte de la población, pero su popularidad se vio especialmente mermada tras un proceso de impeachment (destitución) contra él, por solicitud de congresistas demócratas, tras filtrarse una charla en la que supuestamente Trump presionó a Ucrania en 2019 para obtener información comprometedora sobre el demócrata Joe Biden, que finalmente no prosperó. También le perjudicó que, justo antes de las presidenciales de 2020, saltó el escándalo Stormy Daniels a la esfera mediática; así como la gestión de la pandemia.

Últimas elecciones en 2020: Biden desbanca a Trump

2020 acogió las elecciones presidenciales del país más participativas en un siglo. Trump vio frustrada su reelección ante un victorioso Joe Biden, exvicepresidente en la Administración Obama, que obtuvo 306 votos electorales, frente a los 232 del republicano. El resultado electoral fue cuestionado por el magnate, y una aglomeración de personas realizó un asalto al Capitolio (sede del Congreso de EEUU) en enero de 2021, motivo por el cual se produjo el segundo impeachment de Trump, en el que también quedó absuelto.

La Administración Biden siguió haciendo frente a la crisis económica y sanitaria ocasionada por la pandemia, reincorporó a EEUU en los Acuerdos de París sobre el cambio climático, interrumpió la construcción del muro fronterizo con México y completó la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán en 2021, entre otras iniciativas.

La presidencia de Biden tuvo que lidiar con la creciente preocupación de la opinión pública sobre la validez del octogenario al frente del Ejecutivo. Numerosos lapsus cuestionaron sus capacidades cognitivas, uno de los motivos por los que se retiró de la carrera presidencial y abrió paso al liderazgo demócrata a la vicepresidenta Kamala Harris. 

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Ahora, en una campaña donde el tono ha subido a máximos, las encuestas están empatadas para dar un ganador y la polarización del país es muy palpable, los estadounidenses deberán decidir quién de las dos caras conocidas entra en la Casa Blanca: su expresidente republicano o su actual vicepresidenta demócrata.



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