Los chicos y las chicas estadounidenses están más alejados que nunca en su dinámica de voto. El electorado también entiende de género, y de forma más singular en Estados Unidos, que decidirá el martes 5 de noviembre quién relevará a Joe Biden en la Casa Blanca para los próximos cuatro años. El expresidente Donald Trump llama la atención en el sexo masculino y la nueva candidata demócrata, Kamala Harris, es la gran favorita para ellas. En unas ajustadas elecciones en las que, según las últimas encuestas, la presidencia podría caer para cualquier lado, los jóvenes de Estados Unidos podría hacer inclinar la balanza.
La Generación Z tiene un peso electoral de unos 40,8 millones de votantes potenciales en los próximos comicios de EEUU y 8,3 millones están llamados a las urnas por primera vez. Tienen menos de 27 años y se erigen como el grupo de edad con mayor brecha de género. Según un reciente análisis de la encuestadora americana Gallup, mientras la posición ideológica de los hombres jóvenes se ha mantenido relativamente estable en las últimas dos décadas, ellas han dibujado una tendencia nunca antes vista en su alejamiento al conservadurismo de Trump y su acercamiento al lado liberal de Harris.
En los años 2000 la proporción de chicas liberales y conservadoras era prácticamente idéntica, se situaba en torno al 30% en cada lado. Sin embargo, hoy, el voto femenino joven ha sentido un acusado desplazamiento hacia la izquierda: la cantidad de liberales sube al 40% y las conservadoras caen al 19%. En el lado masculino, en términos comparativos no hay apenas cambios: se mantiene la leve prevalencia por las ideas tradicionales (30%) frente a las liberales (25%).
El voto-respuesta femenino
Resulta difícil dibujar con nitidez qué ha llevado a las mujeres jóvenes a cambiar tanto su voto en los últimos años. Belén Agüero, investigadora del think tank Political Watch, explica a 20minutos que las mujeres de corte progresista están respondiendo con vehemencia a “algunos retrocesos que se han visto en los últimos años”.
La derrota de Hillary Clinton ante Trump en 2016 o el movimiento #MeToo de 2017 ya comenzaron a asentar una mayor movilización del electorado femenino estadounidense de cara a las últimas elecciones de 2020, pero la derogación del derecho al aborto con la revocación del precedente ‘Roe contra Wade’ en 2022, señala la experta, “ha sido el retroceso más claro y definitivo” que ha hecho repuntar aún más el giro de muchas mujeres hacia el liberalismo. Más aún ahora que vuelve a presentarse una mujer a la candidatura demócrata, frente al precedente de Joe Biden.
De hecho, Kamala Harris utilizó el pasado sábado esta misma reivindicación del derecho al aborto y los derechos sexuales y reproductivos haciendo un recuento de cómo los tres miembros de la Corte Suprema elegidos por el republicano en su mandato ayudaron a derogar el fallo de ‘Roe contra Wade’. “Hicieron lo que él quería y ahora una de cada tres mujeres en Estados Unidos vive en un estado donde Trump prohíbe el aborto, y muchas de ellas no tienen excepciones en casos de violación e incesto”, afirmó la candidata.
En el país americano, remarca la investigadora, las jóvenes “sienten que votar sí que puede cambiar la situación del país y puede tener efectos reales en su día a día”. Agüero, que trabajó en el cuestionario de Talento para el Futuro y Poletika para las últimas elecciones europeas de 2024, destaca que tanto la brecha de voto por género como la participación femenina en EEUU son más altas que en Europa.
Hombres “desamparados”
En la otra cara de la moneda se sitúa el voto masculino joven, menos cambiante y homogéneo, pero más propenso a la opción republicana de Trump. Según un análisis reciente de The New York Times, muchos jóvenes se sienten “desamparados” porque “los roles de género rápidamente cambiantes los han dejado atrás social y económicamente”.
Por la parte social, Agüero resume que los demócratas han perdido cierta captación de este electorado al “olvidarse un poco del rol que tiene el hombre en la sociedad” y centrar su discurso en los colectivos minoritarios. “Se ha dejado un poco fuera qué es lo que se espera o cuál es el rol que debería ocupar el hombre en un gobierno demócrata, de corte progresista”, menciona la analista.
El partido republicano, no obstante, ha capitalizado mejor la atracción de este electorado poniendo de manifiesto “un rol más tradicional del hombre como proveedor de su familia, sobre todo vinculado con lo económico: tener un buen empleo, un buen salario, proveer a su familia…”, según la doctorada. “Ven al expresidente Donald Trump como un defensor de la masculinidad tradicional”, cita el artículo del medio estadounidense.
David Rico, profesor de Acción Política en la Universidad Francisco de Vitoria y experto en campañas electorales, explica a este periódico que Donald Trump es un ejemplo de un fenómeno surgido en varios países por el que hombres jóvenes heterosexuales “se sienten menos favorecidos y empiezan a hacerle frente, mediante el voto y el apoyo a políticos que promuevan valores conservadores”, a políticas progresistas que tachan de “discriminatorias”.
La radiografía revela también una prevalencia de voto republicano de hombres jóvenes que no son necesariamente conservadores en lo social pero que prefieren escoger la papeleta de Trump por sus promesas de mejoras económicas. “La caída de la proporción de la clase media en Estados Unidos ha sido muy marcada en los últimos años, hay mayores brechas de desigualdad, y hay estudios que demuestran que la población, no solamente la población blanca, es más pobre”, recuerda Agüero.
Una batalla de “valores”
Las estrategias utilizadas por las candidaturas republicana y demócrata ponen en el centro una cuestión de “valores”. Belén Agüero, que además es doctorada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, señala que el grupo de edad de 18 a 24 años tiene una “vinculación muy fuerte con valores muy marcados”. Según explica, ellas acuden a las urnas pensando más en “la garantía de derechos y libertades”, abanderados por Harris, mientras que ellos tienden a defender “la libertad y la justicia”, esgrimidos por Trump.
En la misma idea de los “valores” coincide David Rico. El analista político explica que, por el lado demócrata, Harris se ha identificado como una defensora de los derechos sociales, tanto feministas como LGBTI, “una bandera progresista”. Una representación que Harris complementa con su propio “estandarte de ser la primera mujer en llegar a la presidencia”.
Sin embargo, Donald Trump se ha identificado con valores más familiares y religiosos, que en Estados Unidos “siempre han jugado un rol importante”. “Después de la Segunda Guerra Mundial, los hombres tendieron a distanciarse de la Iglesia, pero hoy son las mujeres quienes tienden a distanciarse de la Iglesia y, de hecho, según varios estudios, son los hombres los que quieren tener hijos y las mujeres jóvenes de 25 años las que afirman no querer tener hijos”, zanja el analista.
Harris y Trump como imanes de voto joven
Ambos candidatos están ejerciendo una campaña de valores muy penetrante en el electorado joven. Pero, a expensas de esta idea, existen otra serie de elementos de “nicho” para atraer el voto de la Generación Z, que mayoritariamente se informa en redes sociales y medios digitales. De hecho, ambos candidatos han utilizado la estrategia del endorsement (aprobación), por el que importantes personas célebres respaldan o piden el voto para una candidatura concreta.
Harris ha tratado de construir una campaña muy eficiente a la hora de conectar los votos con el público joven femenino, teniendo a su lado a referentes de la música como Beyoncé o Taylor Swift, ejemplifica el analista.
Por el lado de Trump, artistas como Nicky Jam consiguen atraer al público masculino joven, al igual que varios tiktokers y youtubers de impacto juvenil. Y no solo los influencers. También élites empresariales y representantes “ligados al éxito” como el fundador de Tesla y propietario de X, Elon Musk, que lanzan un mensaje de “aspiración de poder emprender o tener su propia empresa”, que levanta el interés de los jóvenes.