El Gobierno de Reino Unido estudia administrar inyecciones adelgazantes a personas en paro con obesidad para estudiar su impacto en la reactivación laboral. Esta idea ha creado controversia entre los especialistas del ámbito del empleo y la salud. Para el primer ministro, Keir Starmer, la idea podría ser “muy beneficiosa”. La propuesta llega tras el acuerdo firmado entre la farmacéutica Eli Lilly -fabricante de Mounjaro, uno de los fármacos para perder peso-, y las autoridades de Manchester para realizar un estudio durante cinco años para buscar evidencia sobre el impacto de estos tratamientos en la situación laboral de las personas.
Desde el gobierno británico instan a “pensar de forma diferente” para reducir la presión sobre el sistema nacional de salud (NHS, por sus siglas en inglés). En un artículo de opinión publicado en The Telegraph, el ministro de Sanidad, Wes Streeting, afirmó que “nuestros cinturones cada vez más anchos también están imponiendo una carga significativa a nuestro servicio de salud, costando 11.000 millones de libras (13.090 millones de euros) al año, incluso más que fumar“. “Los beneficios a largo plazo de estos medicamentos podrían ser monumentales en nuestro enfoque para abordar la obesidad”, agregó.
Según la última encuesta sobre salud realizada por el NHS, el 29% de los adultos en Inglaterra eran obesos y el 64% tenía sobrepeso en el año 2022. “Creo que este medicamento podría ser muy importante para nuestra economía y para la salud. Será muy útil para las personas que quieren perder peso, necesitan perder peso, es muy importante para la economía, para que la gente pueda volver a trabajar“, declaró Starmer a la cadena BBC.
La idea causa controversia entre los profesionales del sector laboral y médico consultados por 20minutos, que consideran que es un plan con riesgo de “estigmatizar” a las personas con obesidad, aunque “bien explicado, el objetivo no es malo”. Para la profesora titular de Psicología del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid, Gloria Castaño, experta en selección y orientación laboral, “la medida no va al problema” y recuerda que “el éxito laboral no depende del peso de una persona, sino de que tenga las competencias y las características necesarias para desempeñar una posición dentro de una organización y para ajustarse tanto al puesto como a la entidad en la cual va a ser seleccionado”.
En su opinión, “la medida no va al problema, que es hacer una política de orientación laboral adecuada, en la cual realmente se vean cuáles son las variables que pueden dificultar el acceso al mundo laboral. Creo que van a estigmatizar a las personas con sobrepeso, porque en el fondo están diciendo ‘usted consigue empleo porque tiene sobrepeso’, lo cual no es real. El problema no es el sobrepeso, sino que hay incidir en la cualificación de las personas, en las competencias laborales y las actitudes hacia la ocupación”.
En cambio, desde un punto de vista médico, la doctora Andreea Ciudin, coordinadora de la unidad de obesidad del Hospital Vall d’Hebron y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), explica a este diario que poder medicar durante cinco años a pacientes con obesidad que, de otra forma, no se podrían permitir tratamientos que cuestan en España entre 250 y 360 euros, sería “genial desde el punto de vista médico y humano” porque favorece el acceso y la financiación de un tratamiento farmacológico basado en la biología de la obesidad a personas que lo necesitan. “Como darle insulina a una persona con diabetes“, compara.
Ahora bien, atendiendo solo al objetivo de la reinserción laboral, considera que habría que “explicarlo muy bien” porque entiende que en una primera impresión pueda resultar “estigmatizante”. Sobre este tema se está hablando mucho en los grupos de Whatsapp de la SEEDO y también de la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO, por sus siglas en inglés), de la que también forma parte de la Junta Directiva. Ciudin apunta que estos fármacos que reducen la sensación de hambre, “en sus ensayos clínicos, con muchas personas a nivel internacional, han demostrado que mejoraban la calidad de vida y la funcionalidad física, la capacidad de hacer más ejercicio”. Por ello, la especialista y sus compañeros, de forma mayoritaria, consideran que “el impacto en calidad de vida y funcionalidad será positivo en este estudio que se plantea en Inglaterra”.
Sin embargo, añade que en la vuelta al mercado laboral influyen más factores además del buen estado de ánimo o haber perdido peso. La doctora se pregunta “¿a qué mercado laboral volverá una persona que ha estado de baja durante mucho tiempo?” y afirma: “En la vida real no todo es tan bonito. En el paso entre mejorar la calidad de vida y volver a trabajar puede haber varios factores que hagan que el resultado sea positivo o negativo. No todo depende de si has tratado tu obesidad, sino también de si has perdido habilidades, de si necesitas volver a hacer cursos o buscar especialización” para encontrar un empleo.
Volviendo al plano laboral, Castaño expone que no hay una relación de causa-efecto entre tener sobrepeso y estar en paro. “Las personas pueden tener sobrepeso y ser activas de cara a buscar empleo, o pueden no tener sobrepeso y ser pasivas. Eso no va relacionado”. La profesora de la Complutense recalca que para encontrar empleo existen “los talleres de búsqueda activa de empleo, que proporcionan herramientas para que las personas en paro sean eficaces a la hora de buscar empleo y desarrollen actitudes positivas hacia la ocupación como saber hacer un perfil en LinkedIn, saber presentarse en una entrevista, llevar un control de a qué empresas están postulando tu candidatura… Una serie de medidas que están estudiadas, que son eficaces para encontrar una ocupación y para mejorar la empleabilidad, más allá de administrar una inyección”, lamenta, al tiempo que advierte de que la idea puede ser “peligrosa porque en el fondo puede llevar a una estigmatización de las personas con sobrepeso. Eso sí que me parece preocupante”.
Por otro lado, como profesora de selección, rechaza la idea de que la imagen física de los candidatos sea determinante a la hora de contratar. “Los profesionales de la selección determinan muy bien cuáles son los criterios que tienen que evaluar para predecir el desempeño. Y que una persona tenga sobrepeso o no, no es un criterio relevante para ello. Las características físicas no deben de ser nunca determinantes, ni siquiera de evaluación. Las personas pueden tener ese sesgo, pero se instruye a los profesionales para no tenerlo. Y hay un principio de respeto a los demás y de respeto a la dignidad de las personas que, además, viene especificado claramente en la Asociación Europea de Psicólogos. Además, en 2011 en el Colegio Oficial de Psicólogos publicamos una guía de buenas prácticas en reclutamiento y selección según la cual no se puede en ningún momento discriminar por ninguna característica física, salvo en determinadas ocupaciones, que para eso ya se meten puestas pruebas físicas, como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en las que no se mide el peso sino que pases unas pruebas físicas, y no con qué peso lo hagas. De hecho, incluso el tema de la talla se quitó porque era discriminatorio”, expone Castaño.
Desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), la doctora María Ballesteros tiene una “sensación agridulce” con la propuesta británica. Por un lado, celebra, aunque “con reservas”, que se reconozca el impacto de la obesidad en la vida laboral y social. “La parte dulce es ese reconocimiento, que es necesario“, dice. Pero, por otra parte, considera que es una forma más de “estigmatizar la enfermedad”. “¿Por qué para los desempleados con obesidad y no otros grupos de parados con otras patologías? Es como si se planteara un tratamiento solo para pacientes con cáncer en activo”, lamenta. Al mismo tiempo, señala que es una forma de difundir el estereotipo de relacionar la obesidad con la pasividad o la poca energía, que no se corresponde “para nada” con la realidad. “La obesidad es una enfermedad muy compleja, no hay que simplificarla”, concluye.
Sobre la posible replicación de la medida en España, Ciudin asegura que “como médico, lo apoyaría, más que nada para darle tratamiento a pacientes que de otra forma, con los precios prohibitivos que hay actualmente, no pueden permitírselo. Ahora, igual se podría replantear el objetivo de la reinfección laboral, habría que explicarlo muy bien”, termina.