La muerte de Liam Payne me ha llegado como un jarro de agua fría. El integrante de One Direction ha fallecido tras caer desde un tercer piso. ¿Suicidio? ¿Un fatal balconing al tirarse a la piscina de su hotel? No lo sabemos, pero todo apunta a que las drogas y la depresión le rondaban. ¡Qué importante es saber buscar ayuda!
Al parecer, Liam luchaba contra esos demonios invisibles que, en muchas ocasiones, se esconden detrás de sonrisas y aplausos. ¿Habéis visto los vídeos de Payne estos días en la puerta de su hotel en Buenos Aires atendiendo a las fans?
La depresión y las adicciones no distinguen ni fama ni fortuna ni talento. Me vienen a la cabeza nombres como los de Amy, Whitney o Stephen de Boyzone… Y en un mundo donde la imagen parece serlo todo, la depresión se maquilla, sale a la calle y sí, también sonríe.
Nuestros ídolos, además de entretenernos, también reflejan nuestras luchas, vulnerabilidades y las realidades de cientos de personas que transitan por momentos similares. No deberíamos olvidarnos de que detrás de cada foto en Instagram, tras cada concierto o aparición en la tele, hay una persona lidiando con las mismas emociones y presiones que cualquier otra.
El implacable juicio en las redes también puede convertirse en la gota que colma el vaso de alguien al borde del abismo. Tras cada comentario o like hay personas que sienten y cargan con su lucha y, a veces, las drogas y el alcohol se convierten en refugio para quienes sienten que no pueden hablar: un consuelo momentáneo y destructivo.
Al final, todo se traduce en salud mental y emocional. Necesitamos una sociedad que hable de depresión y que entienda que puede disfrazarse. Que ayude sin juzgar. Que sepa que una sonrisa no siempre significa felicidad y que un simple acto de amabilidad puede convertirse en el ancla necesaria para que alguien se mantenga a flote.
