El amanecer del 7 de octubre de 2023 quedará marcado para siempre en la historia de Israel: a las 6.29 horas, en medio de la festividad de Sucot, las alarmas comenzaron a sonar. Más de 5.000 cohetes fueron lanzados desde la Franja de Gaza y más de 3.000 milicianos de Hamás se infiltraron en territorio israelí. Un año después, el país ha conmemorado a sus fallecidos con decenas de actos y ceremonias en ciudades como Tel Aviv, Jerusalén o el desierto del Neguev, mientras que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, y el grupo terrorista amenazan con continuar la guerra hasta cumplir sus objetivos.
El Festival de Música Nova, celebrado en el desierto del Neguev, se convirtió aquel día en el escenario de una masacre con más de 360 muertos. En el primer aniversario del ataque, la explanada donde tuvo lugar la fiesta ha vuelto a llenarse con familiares, amigos y algunos supervivientes que se han reunido para recordar a las víctimas. La ceremonia ha comenzado a las 6:29 hora local (5:29 hora peninsular española), el mismo momento en que se desató el horror hace un año.
La reproducción de la última canción que sonaba en el festival cuando todo ocurrió, Clear Test Signal, precedió al minuto de silencio en honor a las víctimas. Pero, durante el acto, los bombardeos en Gaza, a cinco kilómetros de distancia, continuaban retumbando como un eco sin fin en una zona donde se acumulan cerca de 42.000 muertos. Justo antes del inicio de la ceremonia, las autoridades ya advirtieron de que los asistentes podrían escuchar explosiones, parte de un bombardeo preventivo para evitar nuevos ataques desde Gaza.
Mishel Koren, una de las supervivientes del ataque del 7-O, se agachaba cada vez que un nuevo estallido sacudía el área de Gaza. “Es el estrés postraumático”, comentaba mientras se encontraba junto a un pequeño altar que ondeaba la imagen de su amiga Noa Farag, una de las víctimas de esa madrugada. Koren recuerda cómo logró escapar en coche con amigas, pero su suerte se detuvo en el kibutz de Reim, donde se refugiaron. Noa salió del refugio para fumar justo antes de que los milicianos irrumpieran. “Fue la primera en ser disparada”, lamenta su amiga. Mishel, sentada en el suelo, sobrevivió cubierta por los cuerpos de los demás asesinados.
Además de los muertos, el ataque de Hamás también dejó tras de sí una herida profunda: los rehenes. Al menos 251 personas fueron secuestradas durante y 101 de ellas aún permanecen en Gaza. Isaac Herzog, presidente de Israel -que también ha asistido a la ceremonia en el desierto del Neguev, ha asegurado en su discurso que el país hace lo posible “por todos los medios” para traer a los retenidos de vuelta. Parte de esos recursos para traer la paz, según ha señalado, es “la batalla de Israel contra sus enemigos”, que ha calificado como “la batalla del mundo libre”.
Sin embargo, para muchos familiares, las promesas ya no son suficientes. A unos 200 kilómetros al norte de Israel, las sirenas que sonaron el 7 de octubre de 2023 volvieron a escucharse de forma simbólica frente a la residencia oficial en Jerusalén del primer ministro, donde familiares de fallecidos y de los rehenes se han manifestado en contra de Netanyahu. En concreto, le exigen un acuerdo que permita traer de vuelta al centenar de secuestrados que siguen cautivos en la Franja un año después.
“Un año ha pasado desde esa mañana de sábado en la que mis padres despertaron en el kibutz en pánico y corrieron al refugio, para que luego los terroristas infiltrados se los llevaran a Gaza a punta de pistola, justo antes de recibir el último mensaje de mi padre”, ha narrado en ese acto Shir Siegel, cuya madre Aviva fue liberada en la tregua de noviembre, pero su padre Keith sigue cautivo y herido.
Israel y Hamás se acusan mientras la guerra escala
En un acto en conmemoración de los caídos en Jerusalén durante el ataque, Netanyahu ha afirmado que los israelíes se han levantado “como una nación de lobos” y ha destacado el sacrificio de los soldados y civiles que perdieron la vida defendiendo al país. “Nuestros héroes cayeron en defensa de la patria. Pasamos por una terrible masacre hace un año y nos levantamos como pueblo, como leones“, ha añadido en un monumento en honor a las víctimas.
Además, Netanyahu se ha dirigido a sus ciudadanos tras una reunión del gabinete: “Israel se encuentra inmersa en una guerra de resurrección para garantizar que el 7 de octubre no vuelva a suceder”. “Terminaremos la guerra cuando completemos todos los objetivos: acabar con el gobierno maligno de Hamás, devolver a casa a todos los rehenes, tanto muertos como vivos, impedir cualquier nueva amenaza desde Gaza a Israel y lograr que los residentes en el sur y en el norte vuelvan con seguridad a sus hogares”, ha reiterado.
“Desde aquel día negro, estamos bajo ataque en siete frentes”, ha añadido. De este modo se ha referido, además de a Gaza y Cisjordania, a Líbano, cuya frontera está sumida en otra guerra con hezbolá; los hutíes de Yemen, la resistencia islámica de Irak, las milicias proiraníes de Siria e Irán, que también ha lanzado ataques contra el Estado hebreo en el último año.
Por su parte, el portavoz del brazo armado de Hamás, Abu Obaida, ha aseverado que la milicia se prepara para una “larga guerra de desgaste”, la cual ha asegurado que “será cara para el enemigo”. “Gaza ha mostrado su fortaleza y seguirá confrontando la ocupación israelí”, ha insistido al alegar que el asalto del 7 de octubre fue una medida “preventiva” ante un ataque mayor planeado por Israel “contra la resistencia”. Así, ha descrito al Estado hebreo como un régimen “brutal, asesino y criminal”.
De igual modo, Obaida ha acusado al primer ministro israelí de ser el principal escollo en las negociaciones por un alto el fuego. En este sentido, ha hecho alusión a los rehenes y ha afirmado que si la “intransigencia israelí continúa”, el capítulo de los prisioneros entrará en un túnel oscuro”. “El enemigo solo entiende el idioma de la fuerza, y las armas solo pueden ser confrontadas con las armas”, ha lamentado.