En un contexto internacional cada vez más inestable, la gran preocupación de los europeos es cómo ese mapa puede afectar a su situación económica: de hecho, los dos grandes flagelos de los ciudadanos son la inflación y el actual coste de la vida (42%) y la coyuntura financiera (41%), según se puede extraer de la encuesta del Eurobarómetro publicada este jueves, la primera tras las elecciones del pasado 9 de junio. Ya sí, en tercer lugar aparece la alarma por cómo se están desarrollando las cosas en el mundo. Quedan más abajo en la lista la democracia y el estado de derecho o los asuntos migratorios (este un tema líder en el caso español, de acuerdo con el último barómetro del CIS).
Eso sí, esa situación económica fue precisamente el principal motivo de que la gente que fue a votar en las europeas acudiera a las urnas. Es el caso por ejemplo del 46% de los españoles, que tienen también como elementos fundamentales para votar el estado del bienestar o la sanidad. Y es que en cuanto a la participación en las elecciones, esta subió en 16 de los 27 Estados miembros, mientras que a nivel general se mantuvo estable respecto a 2019. Especialmente, y de nuevo, los que empujaron el dato fueron los más jóvenes, según se recoge en el Eurobarómetro.
De hecho, la inflación aparece en primer lugar en 12 países de la Unión Europea cuando se les pregunta a los ciudadanos. Esto, además, se refiere a quienes votaron en las pasadas elecciones europeas, pues la encuesta esta vez hace una distinción entre quienes acudieron a las urnas y quienes no. Entre los que se quedaron en casa las preocupaciones no cambian demasiado.
A la pregunta de qué cuestiones les habrían animado a votar, los encuestados que no votaron en las últimas elecciones al Parlamento Europeo también dan como respuesta más frecuente la subida de los precios y el coste de la vida (46%), seguidos también por la situación económica (36%). Curiosamente, le sigue una cuestión diferente: los abstencionistas citan la protección social, el bienestar y el acceso a la asistencia sanitaria como la tercera motivación más importante (25%). Entre quienes sí votaron esa cuestión ocupa el octavo lugar.
En un año tan exigente para la UE y con unas elecciones decisivas, la percepción de la Eurocámara como institución sigue mejorando. El 42% de los ciudadanos aseguran tener una imagen positiva del Parlamento, el 39% una imagen neutra y solo el 18% declara tener una imagen negativa. Estas cifras son las más favorables de la historia; incluso superan ligeramente el máximo anterior del 41% de imagen positiva, que se dio el pasado mes de marzo.
También la UE en su conjunto sube en aprobación ciudadana, pero de manera más tímida y con importantes diferencias entre países. Y es que casi la mitad de los ciudadanos ven con buenos ojos la Unión (con un punto de aumento respecto a marzo), mientras que un 36% se mantiene neutral y un 16% dicen tener una imagen negativa. Entre los Estados miembros, el mayor aprecio por la UE se registra en Portugal (75%), Irlanda (71%), Suecia (62%) y Lituania (60%). Más de uno de cada cinco ciudadanos tiene una imagen negativa de la UE en la República Checa (29%), Francia y Austria (27%) y Grecia (24%).
Por otro lado, la importancia percibida de la pertenencia a la UE también ha aumentado ligeramente desde antes de las elecciones al Parlamento Europeo. Dos tercios de los encuestados consideran que la pertenencia de su país a la UE es importante, incluido un 21% que consideran que la pertenencia es “extremadamente importante”. En ese punto, un 70% de los ciudadanos tienen claro que formar parte de la Unión ha beneficiado a su país, e incluso un 26% de quienes tienen una imagen negativa de la UE están de acuerdo con esa afirmación.
La gente es más optimista
Con todo, el optimismo -salvo matices- parece ir a más entre los europeos. El 65% (una subida cuatro puntos porcentuales respecto a la última encuesta) se declara ahora optimista sobre el futuro de la UE, incluido un 7% (una caída de un punto) que se muestra “muy optimista”. Además, la proporción de personas que piensan que su nivel de vida empeorará en los próximos cinco años disminuyó seis puntos porcentuales, hasta el 26%. El 55% espera que su nivel de vida se mantenga en los próximos cinco años, mientras que el 16% cree que aumentará.
El Eurobarómetro concluye, de nuevo, con el foco sobre los abstencionistas a la hora de hablar de la (no) participación el pasado 9-J. En este sentido, cuando se les pregunta por el momento en que decidieron no votar, el 27% afirma que nunca vota. El 18% decidió quedarse en casa sólo el día de las elecciones, la misma proporción de encuestados lo decidió unos meses antes (18%). Además, el 17% tomó la decisión unos días antes y el 15% unas semanas antes.
Las dos principales razones para no votar en las últimas elecciones al Parlamento Europeo son la falta de confianza o el descontento con la política en general y la falta de interés por la política. Otras razones incluyen la creencia de que votar no tiene consecuencias o no cambia nada. Esto significa que las razones políticas genuinas son las que mejor explican la no participación. Razones más prácticas como la falta de tiempo, estar de vacaciones o fuera de casa el día de las elecciones o problemas de salud desempeñan un papel menos importante a la hora de explicar la abstención. Las actitudes antieuropeas influyen aún menos en la explicación de la abstención: el descontento con el Parlamento Europeo es citado por el 8% de los abstencionistas y la oposición a la Unión Europea por el 4%.