El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, ha condenado “sin ambajes” el ataque con misiles de Irán a Israel y ha advertido de que se trata de un “nuevo paso hacia una guerra regional total”.
Albares se ha mostrado así “muy preocupado” ante la situación de “extrema gravedad” en Oriente Próximo, por lo que ha insistido en un llamamiento a todos los actores implicados a la contención, la no escalada y la responsabilidad, reivindicando nuevamente la solución de los dos Estados para acabar con el conflicto.
“España estaba haciendo todo lo que estaba en su mano para que no ocurriera lo que está ocurriendo y es la extensión de la guerra a Líbano. Hemos visto una incursión israelí en Líbano, que es un Estado soberano, y el lanzamiento de cohetes desde Irán a Israel, que nosotros condenamos sin ambajes. Es un nuevo paso hacia una guerra regional total”, ha lamentado en declaraciones a la Cadena Ser.
Albares ha sostenido además que la comunidad internacional está llamada a ser “muy consciente” de la extrema gravedad del conflicto que, ha reiterado, está “cambiando de naturaleza” e involucrando a cada vez más países. “Todos deben de hacer un esfuerzo a la contención y a la desescalada”, ha aseverado.
Un alto al fuego “inmediato”
En la misma línea, en otra entrevista en RNE, el ministro ha reivindicado la necesidad de un “alto el fuego en Gaza inmediato”, así como de “una tregua en Líbano inmediata. A su vez, ha pedido que “se abra camino esa conferencia de paz por la que España lleva trabajando tantos meses”.
En este sentido, ha recordado que la semana pasada se reunió por primera vez con su homólogo iraní y le pidió “contención” para su país y para su gobierno así como para aquellos grupos afines como Hezbolá. “El conflicto está mutando de una forma muy peligrosa a una extensión claramente regional”, ha alertado.
Israel ha vivido este martes el segundo gran ataque directo por parte de Irán en cuestión de meses, un bombardeo masivo con misiles que la Guardia Revolucionaria iraní ha justificado como una venganza por el asesinato en julio en Teherán del entonces líder de Hamás, Ismail Haniye, y la muerte el pasado viernes en Beirut del máximo jefe de Hezbolá, Hasán Nasralá.