El porcentaje de adolescentes que hacen un uso problemático de las redes sociales ha registrado un “fuerte aumento”, pasando del 7% en 2018 al 11% en 2022, dos años después de la pandemia de covid-19 -que aceleró el uso de las pantallas entre los más pequeños-, según los datos presentados este miércoles en un estudio sobre las conductas saludables de los jóvenes escolarizados realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con 280.000 jóvenes de 11, 13 y 15 años de 44 países de Europa, Asia central y Canadá. En clave nacional, sin embargo, los adolescentes españoles se sitúan entre los de menor porcentaje (un 9%) en comparación con otros países de la parte alta de la lista como Rumania (22%), Malta (18%) o Bulgaria (17%).
El informe, que define el uso problemático de las redes sociales como “un patrón de comportamiento caracterizado por síntomas similares a los de la adicción, como la incapacidad de controlar el su uso, experimentar síntomas de abstinencia cuando no se utilizan, descuidar otras actividades y afrontar consecuencias negativas en la vida diaria debido al uso excesivo”, también recoge que el 32% de los adolescentes son considerados “usuarios intensivos” -casi todo el tiempo a lo largo del día-, el 44% son “usuarios activos” -a diario pero no todo el tiempo- y el 12% se conecta una vez a la semana o menos. En el caso de España, el 27% de los participantes resultó ser “usuario intensivo”; el 46%, “activo” y el 18%, “no activo” (una vez a la semana o menos).
Entre sus principales conclusiones también se encuentran que las niñas presentan mayores niveles de uso problemático de las redes sociales que los niños (un 13% frente a un 9%), mientras que ellos tienen mayor riesgo de presentar comportamientos problemáticos frente a los videojuegos que ellas (un 16% frente a un 7%). La edad a la que más problemas surgen jugando a videojuegos es a los 11 años.
En general, un tercio de los adolescentes (el 36%) afirmó tener contacto online con sus amigos de forma constante, siendo el grupo de mayor prevalencia el de las chicas de 14 años (un 44%).
Además, un 34% de los jóvenes participantes dijeron que jugaban a diario a videojuegos, e incluso un 22% lo hacía al menos durante cuatro horas. “El uso diario de juegos digitales alcanza su punto máximo a los 13 años en el caso de los niños y a los 11 años en el de las niñas”, indican los investigadores, que cifran en el 12% los adolescentes en riesgo de convertirse en usuarios problemáticos de videojuegos, mientras que el 68% fueron considerados “no problemáticos”.
Por sexos, ellos tienden a jugar más frecuentemente y durante más tiempo que ellas. La doctora Claudia Marino, una de las autoras del informe de la Universidad de Padua (Italia), ha valorado que “las diferencias de género en los patrones de juego son sorprendentes. Los niños no solo muestran tasas más altas de juego diario, sino que también son más propensos a desarrollar hábitos de juego problemáticos. Esto pone de relieve la necesidad de intervenciones específicas que tengan en cuenta las motivaciones específicas de género y los factores de riesgo en la conducta de juego”..
El informe, llamado Health Behaviour in School-aged Children (HBSC) y que se realiza cada cuatro años con el objetivo de obtener una visión global de los estilos de vida de los adolescentes y disponer así de herramientas útiles para el debate sobre la promoción de su salud, observó que el uso problemático de las redes sociales es más común entre los jóvenes de 13 años y que apenas varió entre los grupos socioeconómicos, pero que “los adolescentes con un nivel socioeconómico más bajo fueron los que menos usaban las redes sociales“.
En anteriores ediciones de este trabajo, los investigadores ya asociaron el uso de las redes sociales de forma problemática con un mayor riesgo de tener menor bienestar mental y social y desarrollar hábitos no saludables (consumo de drogas y menor cantidad de sueño), así como de rendir menos académicamente. Los datos relativos a 2017-18 mostraron una prevalencia menor de jugadores no problemáticos (61% frente al 68% en 2022) pero también de los que corren riesgo de serlo (10% frente al 12%). “Esta tendencia, de continuar, podría tener consecuencias de gran alcance para el desarrollo de los adolescentes y sus resultados sanitarios a largo plazo”, advierten los investigadores en una nota de prensa.
“Está claro que las redes sociales pueden tener consecuencias tanto positivas como negativas para la salud y el bienestar de los adolescentes”, ha señalado el doctor Hans Henri P. Kluge, director de la OMS para Europa. “Por eso es tan importante la educación en alfabetización digital. Sin embargo, sigue siendo insuficiente en muchos países y, cuando está disponible, a menudo no se adapta al ritmo de los jóvenes y de la rápida evolución de la tecnología”. “Está claro que necesitamos una acción inmediata y sostenida para ayudar a los adolescentes a cambiar el rumbo del uso potencialmente dañino de las redes sociales, que se ha demostrado que conduce a la depresión, el acoso, la ansiedad y el bajo rendimiento académico”, ha agregado.
Aspectos positivos
Con todo, la OMS señala que un uso correcto de las redes sociales puede ser de gran ayuda para los adolescentes, que pueden encontrar compañeros y amigos con los que compartir intereses. Según el testimonio de una participante canadiense recogido en el informe, “los beneficios [de las redes sociales] son simplemente hacer
amigos, poder comunicarse muy rápidamente. Puedes formar conexiones y también encontrar comunidades de personas que disfrutan de las mismas cosas. Puedes aprender más cosas y también descubrir más pasiones que puedas tener“.
Otro chico, de Reino Unido, añade: “No creo que debamos utilizar menos las redes sociales porque pueden ser algo bueno. Creo que es más importante hacer que las redes sociales sean mejores y más seguras y enseñar a las personas cómo usarlas de forma segura y cuidarse”.
En este sentido, la OMS considera que existe una “necesidad urgente” de “fortalecer las medidas de acceso y regulación [de las redes sociales] para los jóvenes“, al tiempo que insta a los países a desarrollar políticas que promuevan un estilo de vida saludable. “Los adolescentes necesitan saber cómo equilibrar sus actividades online con sus actividades fuera de internet”. Reforzar los servicios de salud mental, promover el diálogo abierto y formar a familias y educadores en la alfabetización digital son otras de las recomendaciones dadas por OMS-Europa.