27 Horas de agonía: el trágico final de John Edward Jones, el joven que murió atascado en una cueva

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John Edward Jones tenía 26 años y una vida llena de promesas. Estudiante de medicina en Virginia, recientemente casado y padre de una pequeña hija, su amor por la espeleología lo había acompañado desde su infancia. Era una pasión que compartía con su familia, y fue precisamente esta afición la que lo llevó, el 24 de noviembre de 2009, a internarse en las profundidades de Nutty Putty Cave, una cueva al sureste de Utah. Lo acompañaban su hermano Josh y otros nueve amigos, con la intención de revivir esos momentos de aventura que tanto disfrutaba en su juventud.

John Edward Jones (Segundo, arriba, de izquierda a derecha) junto a su familia. (@fatal_breakdown)

Las cuevas de Nutty Putty eran conocidas entre los exploradores por sus pasajes estrechos y desafiantes. A pesar de las advertencias y la fama de lugares peligrosos, John, con sus 1,80 metros de altura y 90 kilos de peso, se sintió confiado para explorar. Decidió aventurarse por un pasaje que creía que era el famoso “canal de parto”. Exhaló profundamente para pasar por un espacio minúsculo de apenas 25 centímetros de ancho por 45 de alto, y logró hacerlo, pero pronto se dio cuenta de su error.

En un giro desafortunado, John quedó atrapado en un ángulo de 70 grados en un área poco explorada conocida como “Bob Push”. Al intentar liberarlo, su hermano Josh, que fue el primero en encontrarlo, solo consiguió deslizarlo más hacia abajo, pero John quedó aún más inmovilizado. Sin más opciones, Josh salió rápidamente de la cueva para buscar ayuda.

Los rescatistas llegaron aproximadamente tres horas y media después del llamado de auxilio.

John Edward Jones junto a su novia, quien al momento de su falecimiento estaba embarazada. (@fatal_breakdown)

El operativo para liberarlo se extendió durante 27 horas y movilizó a más de 100 rescatistas. En medio de la oscuridad y el silencio de la cueva, la voz de John rompió la tensión: “Gracias por venir, pero realmente quiero salir”. Estas palabras fueron un testimonio de su desesperación y de la urgencia de la situación.

La operación de rescate movilizó a más de 100 rescatistas durante 27 horas sin éxito. (@fatal_breakdown)

Los rescatistas se enfrentaron a un desafío sin precedentes. John estaba atrapado en una posición vertical, cabeza abajo, con un ángulo de 70 grados, lo que hacía extremadamente difícil cualquier intento de liberación.

La presión ejercida sobre su cuerpo, especialmente en sus órganos vitales, era una preocupación constante. La estrategia inicial fue atar a John con un sistema de poleas y cuerdas para intentar movilizarlo. Sin embargo, la viscosa arcilla que cubría las paredes de la cueva complicaba la situación.

Las primeras horas fueron cruciales. Cada minuto que pasaba, las condiciones de John se deterioraban. Los rescatistas trabajaron incansablemente, alternando turnos para mantener los esfuerzos continuos.

El equipo estaba compuesto por expertos en espeleología, bomberos, médicos y voluntarios locales, todos unidos por el objetivo común de salvar a John.

Un fallo técnico en el sistema de poleas agravó la situación y provocó lesiones a un rescatista. (@fatal_breakdown)

A medida que la operación avanzaba, la situación se volvía cada vez más desesperada. Uno de los momentos más críticos ocurrió cuando una de las poleas del sistema de rescate se soltó de su anclaje debido a la arcilla, devolviendo a John a su posición inicial y provocando un retroceso devastador en los esfuerzos. Este fallo técnico no solo agravó la situación de John, sino que también causó lesiones a uno de los rescatistas, quien fue golpeado en la cara por un carabinero de metal.

La presión física y emocional sobre el equipo de rescate era inmensa. Cada intento fallido aumentaba la angustia y la incertidumbre. A pesar de los incansables esfuerzos y la determinación de los rescatistas, el cuerpo de John comenzó a sucumbir a la presión.

John expresó su desesperación mientras los esfuerzos por liberarlo se intensificaban. (@fatal_breakdown)

La sangre se acumulaba en su cabeza, poniendo una tensión insoportable en su corazón. En sus últimos momentos, John expresó su miedo y desesperación en un susurro: “Estoy atrapado aquí. No voy a salir, ¿verdad?”.

Finalmente, después de 27 horas de lucha, el corazón de John dejó de latir. Fue declarado muerto el 25 de noviembre de 2009, poco antes de la medianoche. Su trágico fallecimiento fue un golpe devastador para su familia, los rescatistas y toda la comunidad.

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Uno de los rescatistas que participó del operativo el 25 de noviembre de 2009 (@fatal_breakdown)

La cueva fue sellada permanentemente después del incidente, dejando a John atrapado para siempre en el lugar donde perdió la vida. Su memoria perdura, no solo en la placa colocada en el exterior de la cueva, sino en los corazones de todos aquellos que participaron en el desesperado y agotador intento por salvarlo.

La historia de John y su amor por la espeleología también ha sido inmortalizada en la película “The Last Descent”, estrenada en 2016, que narra los eventos que llevaron a su muerte y el intenso esfuerzo de rescate que siguió.

John quedó atrapado en un ángulo de 70 grados en un área conocida como “Bob Push”.

La historia de John Edward Jones es una mezcla de pasión y tragedia, un testimonio de los peligros de la espeleología y el impacto duradero en aquellos que lo conocieron y amaron. La cueva Nutty Putty, ahora sellada, sirve como un monumento silencioso a su memoria y una advertencia a todos los que buscan aventurarse en las profundidades de la tierra.

Nutty Putty Cave, ubicada al suroeste de Utah Lake, cerca de Salt Lake City, fue descubierta en 1960 y rápidamente se convirtió en un destino popular para los entusiastas de la espeleología, especialmente entre los Boy Scouts y los estudiantes universitarios.

Esta cueva, formada por actividad hidrotermal, es conocida por sus pasajes estrechos y complejos, característicos de las cuevas hipogénicas. La temperatura en su interior se mantiene alrededor de los 12.7 grados Celsius durante todo el año, y sus formaciones de arcilla viscosa le dieron su nombre, inspirado en el juguete Silly Putty.

Las condiciones de John se deterioraron con cada minuto que pasaba. (@fatal_breakdown)

La popularidad de Nutty Putty se debía en parte a su aparente accesibilidad. Muchos la consideraban una cueva fácil de explorar, lo que atrajo a miles de visitantes cada año. Sin embargo, su laberinto de pasajes estrechos y sinuosos escondía peligros significativos.

Entre 1999 y 2004, al menos seis personas quedaron atrapadas en sus pasajes, incluyendo áreas apodadas “El devorador de cascos”, “El devorador de scouts” y “El canal de nacimiento”. Aunque todos estos incidentes resultaron en rescates exitosos, fueron una señal de advertencia sobre los riesgos de la cueva.

En 2005, la preocupación por la seguridad en Nutty Putty aumentó tras la trágica muerte de cuatro jóvenes en una cueva cercana. Este evento llevó a las autoridades a cerrar Nutty Putty en 2006, citando preocupaciones de seguridad. No fue hasta mayo de 2009 que la cueva reabrió bajo un nuevo plan de gestión que incluía un sistema de reservas y la instalación de un candado en la entrada para controlar el acceso.

Nutty Putty Cave fue sellada permanentemente después del trágico incidente. (@fatal_breakdown)

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La trágica muerte de John Edward Jones en noviembre de 2009 fue el evento que llevó al cierre permanente de Nutty Putty Cave. Los rescatistas, enfrentando condiciones extremas y la complejidad de la cueva, no pudieron recuperar su cuerpo, que permanece atrapado en su interior.

La entrada de la cueva fue sellada con concreto, convirtiéndola en un memorial para John. Este incidente marcó un punto de inflexión en la comunidad de espeleólogos y resaltó la necesidad de una mayor conciencia y preparación al explorar cuevas.




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