Jovencito, el Código Penal de la República Dominicana solo tiene 140 años: fue promulgado mediante el Decreto-Ley No. 2274 el 20 de agosto de 1884 durante la primera administración de Ulises Heureaux (Lilís).
Por aquel entonces, con apenas 40 años siendo una nación soberana, ese código representó un avance ya que reemplazó al del año 1845, que era el Código Penal y de Procedimiento Militar.
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Durante esos 140 años el Código Penal ha sufrido innumerables modificaciones (es difícil decir cuántas) que hablan de cómo ha cambiado la sociedad. Podemos citar, por ejemplo, que la Ley No. 64 del 19 de noviembre de 1924 eliminó la pena de muerte como castigo y los cambia por 30 años de trabajos públicos; o la Ley No. 24-97, del 27 de enero de 1997, que introduce modificaciones tanto al Código Penal como al Código para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes.
Cerca del 2000, cuando el Código era un anciano con montón de remaches, se comenzó a hablar de una reforma integral. Los intentos han sido infructuosos. Cada anteproyecto ha estado plagado de yerros y debilidades, insuperables a pesar de las horas de estudio de unas comisiones que hicieron un desastre ¿Por qué no recurren a penalistas con experiencia? El país merece un código sin entuertos.