Un reciente estudio publicado en «The Lancet» señala que la vacuna contra el SARS-CoV-2 podría tardar años en alcanzar la inmunidad de grupo, lo que significa que todavía nos queda bastante tiempo para convivir con la Covid-19. Y la pregunta entonces es: ¿cuándo terminará?
De acuerdo con los expertos en epidemiología, historiadores y estadistas, las pandemias suelen ir por dos derroteros muy diferentes. Uno de ellos es un final abrupto y total. Es conocido como el final médico: una vacuna, apoyada por una campaña masiva a nivel global, termina con ella y el virus desaparece. El caso más emblemático (y prácticamente el único) es el de la viruela. Provocada por el virus Variola major, esta enfermedad convivió con los humanos más de 3.000 años hasta que fue erradicada: el último caso de una persona que la contrajo de forma natural se produjo en Somalia en 1977 y se recuperó (aunque años después murió de malaria). Pero se trata de un caso excepcional por varias razones. Una de las más importantes es que no tiene un huésped animal más allá de los humanos. Esto significa que tratándonos, la enfermedad desaparece. También hay que tener en cuenta que sus síntomas eran inequívocos (algo que facilita el aislamiento rápido) y que se logró desarrollar una vacuna muy eficaz. Pero hasta que esto ocurrió, su tasa de mortalidad era de un 30%.
El otro final es el social, y básicamente consiste en que la población se harta. Allan Brandt, historiador de Harvard, señalaba en una entrevista que «como hemos visto en el debate sobre la apertura de la economía, muchas preguntas sobre el final de la pandemia no están determinadas por datos médicos, sino por datos sociopolíticos». Es decir, si la economía no resiste, habrá que aprender a convivir con la enfermedad. Y esto se produjo varias veces en la historia.